Pedro G. Paúl Bello Weblog

sábado, julio 11, 2009

LEDEZMA ¿Y EL CABALLO?

“Ledesma ha regresado en una hora de esperanza de la
Patria. Y también en una hora de inquietud y de zozobra ante el peligro..Ha llegado como símbolo de
nuestro propio deber social"


Mario Briceño Iragorry

EL CABALLO DE LEDESMA


De las obras de Don Mario Briceño, una de las que más complacencia me produce es “El Caballo de Ledesma”. Con las elegancia y sonoridad acostumbradas, propias de su personal estilo, sus ideas fluyen como en transparente claridad de aguas puras y entretejen entre ellas reflexiones, consejos y propuestas que, como bálsamo, se sobreponen en las dolorosas y seculares heridas de la Patria.

Es la historia del “indomable hidalgo” que tenía “a menoscabo de su reputación el volver la espalda al enemigo sin hacer demostración de su valor”. Así, jinete solitario e indomable, sin poner ojos en muerte sino en el reto responsable de su deber patriótico, “salió, como nuevo cruzado, a enseñar una lección de ámbito perdurable”. El caballo de Ledesma, escribe Don Mario, fue hecho para soportar “no a hombres con sogas para la cacería de sus semejantes, sino a espíritus dispuestos al permanente sacrificio por la libertad”.

La coincidencia en la proximidad de apellidos del legendario Alonso Andrea de Ledesma, jinete solitario que relata Oviedo y Baños y sublima la obra de Briceño Iragorry, y el del digno Alcalde Metropolitano de la Caracas de nuestros días, se me antoja no casual. En el misterio de la humana vida abunda el esconder, bajo coberturas de casualidades, muchos y reales hechos que descubrimos causados. Un amigo imaginario con quien compartí, en sueños, estas reflexiones, me espetó, el muy pragmático: ¡pero si Ledezma no tiene caballo! Luego del inicial desconcierto, la única reacción que me vino en mente fue la de preguntarle al Alcalde Metropolitano por el caballo. Por eso el título de este escrito.

En busca de auxilio para tan difícil situación acudí a Don Mario y, apenas abierta de nuevo su obra, en su segunda página, leí clara la respuesta: “Y el viejo corcel reaparece hoy sobre la faz de nuestra historia con su ímpetu de mantenido frescor”. Y a punto seguido, cual resumen vespertino de Globovisión: “Los nuevos filibusteros --ladrones de espacios y de conciencias—andan entre las aguas de la Patria, amenazando nuestra economía y ultrajando la dignidad de nuestros colores”. ¿Casualidad? Y prosigue el texto de Don Mario: “Como en los viejos tiempos de la piratería colonial, su anuncio ha asustado aún a los ‘guapos’, y en muchas manos ha corrido ya el sudor del rendimiento. La fe ha empezado a flaquear en el ánimo de quienes sólo tienen premura para el hartazgo, y más de un agazapado, más de uno de esos traidores vergonzantes, suerte de Esfialtes de bajo precio en perenne trance de entregar los senderos de la Patria, se han dado a la tarea infamante de esparcir, como salvoconducto para el enemigo, las consignas del miedo pacífico y entreguista”.

¡Por supuesto! ¡Ledezma si tiene caballo! Muchos caballos, no sólo para él, cuyo es el del sacrificio por la sociedad; sino para tantos que le han acompañado en su gesto valiente, responsable y patriótico. Gesto de compromiso con la verdad, con la honestidad y sobre todo con la certeza real de poder transformar la marcha de Venezuela que hoy recorre caminos de división y odios, de mayor pobreza e ignorancia, para remontar por la senda de la democracia hacia el destino que le corresponde a su pueblo generoso.

Tenemos caballos poderosos e inagotables. Los más fuertes: caballos de quienes no hemos renunciado a la libertad para doblegarnos ante la esclavitud. Tenemos caballos poderosos de la verdad y de la fe. Tenemos caballos de la palabra para hacer cruzadas contra el silencio: “No se puede callar por falsa prudencia ni en momentos de desarmonía social, cuando la palabra adquiere virtud de temeridad .”

Tenemos los caballos de sembrar nuestras tierras fértiles y los de poner en acción nuestra inventiva para desarrollar técnicas y procedimientos de producción. Tenemos caballos para desbocarlos de fe, de alegría, de esperanzas, de ideales y de sacrificios por los demás.

Tenemos, especialmente caballos de espírutus que es “fuerza que anima y enrumba la marcha de la sociedad. Es la virtud antimarxista por excelencia...el sólo aglutinante social que puede evitar la crisis definitiva de la civilización.”

Los caballos de Ledezma ya recorren los caminos del país y, a su paso, anuncian la Patria regenerada. Estuvieron a su lado y están por todas partes.