Pedro G. Paúl Bello Weblog

jueves, julio 21, 2016

SI HAY FUTURO. Pedro Paúl Bello. (ppaulbello.blogspot.com) Es obvio que en el año 2014 se inició, en Venezuela, una crisis de naturaleza política, social y económica de muy graves consecuencias. La muerte del Presidente Chávez, autor imbuido de un propio pensamiento político, económico y social, poseedor sin dudas de un carisma capaz de atraer a los sectores populares del país, significó el surgimiento de un caos en el equipo gubernamental que este había constituido para desarrollar el proyecto de “socialismo del siglo 21” que, en su pensamiento, el difunto mandatario había constituido para gobernar a Venezuela. Es evidente que la personalidad de Hugo Chávez Frías tenía una fortaleza y una singular habilidad para convencer y arrastrar, no sólo a los sectores populares, sino también a una parte de la población del país que, progresivamente, en el tiempo transcurrido después de los tres excelentes gobiernos posteriores al derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, comenzaron a desencantarse de gobiernos democráticos que, posteriormente, asumieron el poder. No caben dudas de que, en esos gobiernos posteriores al primer trienio democrático, surgieron mitos y errores que fueron, lentamente, debilitando el entusiasmo que acompañó a los gobiernos de Betancourt, Leoni y Caldera. No se puede obviar el hecho de que la caída del gobierno de Pérez Jiménez, aparte de la sublevación militar, tuvo como importante factor, además de la importación de bienes de consumo y el fuerte desarrollo de las industrias básicas como la siderurgia y la petroquímica, pero también se produjo un alto descenso, desde 1954 a 1958, de la fija inversión bruta total, que se prolongó hasta 1963, lo cual, en parte, fue factor importante de la ya mencionada caída del gobierno de Pérez Jiménez. El primer mandato como Presidente,de Carlos Andrés Pérez, inició el debilitamiento político de los partidos políticos más importantes de Venezuela en el siglo 20, que fueron Acción Democrática y el social cristiano COPEI. Factores antecedentes a los tres gobiernos posteriores a la caída de la dictadura y de naturaleza económica, tuvieron mucha influencia en desequilibrar la economía: la aceptación de la propuesta, casi compulsiva, de la Cepal sobre todo el subcontinente, de asumir la llamada “política de sustitución de importaciones”, así como la dependencia estructural respecto al petróleo. El Presidente Pérez, en su primer mandato, lejos de acoger la propuesta que le hicieran el Ministro Pérez Alfonso y también Domingo Alberto Rangel, de establecer con el producto de los nuevos y, entonces muy altos ingresos petroleros, un fondo de inversiones a manera de mantener reservas para el futuro, deslumbrado por la ficticia bonanza, utilizó esos recursos en proyectos como el de Astinave y muchos más, cuyos gastos engulleron los dólares y su efecto se hizo palmario el llamado “viernes negro” de 1983, en el gobierno de Luis Herrera Campins. Desde entonces, el sólido valor que tenía nuestro bolívar reveló su debilidad progresiva, hasta llegar a lo que estamos viviendo los venezolanos en el presente. Los partidos políticos pasaron de la conflictividad entre ellos a sus conflictividades internas que los fraccionaron definitivamente. Fallecido el Presidente Betancourt, Acción Democrática se fracturó; el Presidente Pérez fue desconocido por parte de su partido; el Presidente Caldera lo fue también por el Copei que fundara, pero venció en la última elección legítima de la República e inició ese gobierno descubriendo que la crisis provocada por un Banco equivalía a todo el presupuesto anual de la Nación. Por ello ocurrió, contra su voluntad, el haber tenido que recurrir al Fondo Monetario Internacional para tener recursos suficientes debido a la crisis que aquello significo. El resultado de ese esfuerzo fue muy importante, como lo demostró el informe del Banco Central de Venezuela, en el penúltimo año de su mandato, con la sorprendente recuperación de la economía venezolana. Pero, para la tragedia que aún vivimos en esta querida Patria, en las elecciones de diciembre de 1998 venció Hugo Chávez Frías, porque los partidos, increíblemente, no presentaron candidatos que atrajeran la voluntad del pueblo venezolano. El Presidente Chávez, en su toma de posesión ante un Congreso debilitado, juró profanando la entonces vigente Constitución y dejó ver, con su discurso de ese día, cuál era su orientación respecto al futuro de Venezuela. Personas honestas le rodearon en los primeros meses de su mandato, pero dejaron pasar por alto las amenazas que frecuentemente expresaba para amedrentar y confundir. El difunto presidente convocó inconstitucionalmente a una Asamblea Constituyente. Después vino lo que habría de venir y lo que hoy estamos viviendo. Sin embargo, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. En eso estamos ahora, en espera de la Paz, con la seguridad de que esta amada Patria, no sólo pronto se recuperará de todos sus males padecidos en casi más de 17 años, sino que con asombro de todos nosotros, los venezolanos que realmente la amamos, Venezuela pronto, con los esfuerzos de su gente, se convertirá como Nación entre las más avanzadas del mundo.

martes, diciembre 08, 2015

jueves, 3 de diciembre de 2015 PEDRO PAÚL BELLO, ALGUNAS REFLEXIONES CRISTIANAS. Vivimos en una sociedad tan plural y diversa, víctima de un cambio de época y de una mutación antropológica. Sujetos a la dictadura del Relativismo y del Agnosticismo. Se ofertan productores religiosos, morales, que no son precisamente los mejores para la vida social, familiar, privada; ideas buenas, ideas contradictorias, ideas perversas sin que se excluyan intereses, sobre todo económicos. Es necesario, tal vez más que nunca, un fino discernimiento para percibir, distinguir y reconocer su voz: qué es lo que se anuncia y ofrece, y cuál es la oferta o contraoferta de Jesús. Einstein dijo una constatación que cada vez tiene espacios más amplios de aplicación: “Vivimos en un mundo con abundancia de medios bien definidos pero con confusión de fines”. Tenemos democracias libres, pero no todos se sienten en ella libres para opinar o ir sin peligro por la calle: ejemplo claro es, por desgracia, nuestra querida Venezuela. Vivir humanamente significa mucho más que comer hasta hartarse, que trabajar hasta no quedar tiempo libre, que gritar hasta enronquecer masificados sin saber exactamente por qué se grita. Jesús: Él saca a los suyos del anonimato de lo colectivo y de la impersonalidad de la masa guiada borreguilmente. La Iglesia pierde atractivo y fuerza cuando se insiste en reglamentaciones burocráticas, en mandatos y prohibiciones, pero gana aceptación y entusiasmo donde existen verdaderas comunidades, es decir, unidades en común, donde cada uno no es un mero agregado sino que se siente vinculado a los demás por el conocimiento de amor, apoyo y aspiración al mismo objetivo. La vida, ciertamente, es algo personal. Mi vida es tarea mía y sólo yo la puedo vivir. Nadie me puede sustituir. Pero si yo no amo, siempre faltará en el mundo ese amor. Si yo no creo, no gozo, no crezco... faltará para siempre esa creatividad, ese gozo o ese crecimiento. Esto significa también que no existe la vida en abstracto. Existimos los vivientes. Como tampoco existen en abstracto valores como el amor, la bondad, la justicia, sino encarnados en la vida concreta. La vida es, por otra parte, algo inacabado. Una tarea siempre por hacer. La vida es expansión, desarrollo, despliegue. Lo más terrible que puede decir alguien es que está «acabado». Cuando esto sucede, la vida se termina. Hay que mantener siempre el deseo de vivir creciendo. Pero, ¿a dónde se dirige nuestra vida? ¿Dónde termina definitivamente? ¿Dónde alcanza su verdadero cumplimiento? Apoyados en Cristo Buen Pastor, los cristianos creemos que la vida no termina en la extinción biológica sino que está llamada a trascender. La vida es mucho más que esta vida que conocemos ahora. Hemos nacido para una «vida eterna» que alcanza su plenitud en Dios que es el camino más estimulante y la esperanza más liberadora para enfrentarse a la vida. Es el camino ofrecido por nuestro Buen Pastor. Surgen a menudo congresos, asambleas, retiros que intentan dar una respuesta a nuestras preocupaciones de cristianos comprometidos, a lo que constituye el ser y la esencia del ser cristiano. ¿Cuál es la auténtica identidad cristiana? ¿Dónde está la barrera de lo cristiano y lo no cristiano? Un cristiano que se desengancha del Amor, de la fraternidad, está perdiendo preocupantemente su identidad cristiana. Muchas cosas a las que se llama hoy «amor» no son en realidad sino parodias que desintegran el verdadero amor. Erich Fromm, hablando del amor, esa palabra que llena tantas páginas en la vida del hombre, decía: «La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad occidental contemporánea». Nuestro estilo de amar debe tener como criterio y punto de referencia el modo de amar de Jesús…afirmar la vida, el crecimiento, la libertad y la felicidad de los demás. Sólo nos diferenciamos de los demás si amamos a los hermanos sirviéndoles, perdonándolos, dedicándoles nuestra atención y nuestro tiempo, comprendiéndolos en sus penas y alegrías, desterrando de nuestro estilo de ser y de actuar la soberbia y el menosprecio, el desdén y la prepotencia, la desconsideración y el olvido, el desamor y el egoísmo….El cristianismo no es una mera “religión del libro”, sino de una palabra viva que es persona hecha amor. Viejo es lo que, con el paso del tiempo, se deteriora y pierde valor; antiguo es aquello que, con el paso del tiempo, mejora y adquiere valor. El evangelista Juan, en un pasaje, escribe: «Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio... Y sin embargo os escribo un mandamiento nuevo» Lo de amar al prójimo «como a uno mismo» se había convertido en un mandamiento «viejo», esto es, débil y desgastado. Es en el cielo nuevo y en la nueva tierra, que los que construyen aquellos que han convertido el amor en señal y distintivo de su condición cristiana se realiza. Los cristianos somos llamados a transformar las relaciones humanas de la sociedad en la que vivimos con el ofrecimiento del amor sin límites. En la medida en que el amor se haga realidad en nosotros estaremos manifestando que el Señor habita en su Iglesia, y en el corazón de cada uno de sus fieles. Estamos tan acostumbrados a amar y servir según nuestra medida.. ¿es que nuestro amor sólo alcanza a los cercanos, a los del círculo de pertenencia y a los afines sociales o políticos? Poca vida hay en nuestras familias, trabajos, comunidades cristianas, organizaciones sociales o políticas, si no se acierta con las causas reales de quienes mal viven, mucho sufren, y nada o poco pueden elevarse a niveles de verdadero gozo. San Agustín definió la paz como esa tranquilidad que gratifica, cuando todas las cosas se encuentran en su sitio apropiado. La paz no es un signo que caracterice a nuestro tiempo. Para convencernos de ello es suficiente con hacer un recorrido por el mapa nacional o mundial. ¿Por qué no hay paz? ¿Por qué corre la pólvora y la sangre? ¿Por qué esas zonas del hambre y del subdesarrollo? Las relaciones humanas, la política, la ideología y la economía no pueden ser calificadas precisamente de pacíficas. Deseamos la paz pero no es fácil decir en qué consiste. Es, si, asegurar una vida digna y dichosa para todos. Con el corazón lleno de resentimiento, intolerancia y dogmatismo se puede movilizar a algunos sectores; desde actitudes de prepotencia, hostilidad y agresión se puede hacer política y propaganda electoral, pero no se puede aportar verdadera paz a la convivencia de las gentes. Pedro Paúl Bello ppaulbello@gmail.com Caracas - Venezuela

domingo, noviembre 29, 2015

SOMOS TODOS RESPONSABLES DE NUESTRO DESTINO. Pedro Paúl Bello (Pedro G. Paúl Bello.Weblog.com) (Paulbello.blogspot.com) En algunos escritos y en obras, una de las cuales que ya fue publicada en el llamado “Imperio”, he insistido en aspectos que explican nuestra realidad como Nación y como pueblo. En esa obra, he calificado nuestra Nación como invertebrada, y seguirá siéndolo mientras nos mantengamos dependientes, no ya de una potencia o fuente como lo fue la España que nos descubrió, conquistó y colonizó, sino de raíces que se hunden en realidades de nuestro pasado, porque, sin habernos deslastrado de esos antecedentes de manera real y no aparente, no hemos acompañado la Independencia que logramos con cambios sustanciales sobre nuestra manera de ser Nación, sino que hemos conservado, escondidos en nuestro presente, muchos rasgos, costumbres y conductas de nuestro pasado que, por cierto, no es muy lejano en el tiempo, como si lo es en los países llamados más desarrollados. El tiempo obra de manera sumamente importante en la evolución de todos los pueblos; su paso inevitable obra de manera más importante en la transformación de todas la Naciones. La razón es que la historia de las naciones todas y la de sus miembros, no es una simple sucesión de acontecimientos, hechos y sucesos, porque asimilan cambios que transforman formas de gobierno, usos y costumbres, y también conocimientos y maneras de ser y de actuar de las personas. Pero no vamos a tratar, en esta reflexión breve, la consideración de hechos del pasado lejano o cercano, sino del presente que hoy estamos viviendo --con angustia y preocupación-- todos los venezolanos. Una noche del pasado, el entonces ciudadano Presidente de la República se dirigió al país para exponer que el mal que lo aquejaba no le permitirá, “por ahora”, ejercer las funciones de su cargo, por lo que encargó al ciudadano Vicepresidente, señor Nicolás Maduro, para que se ocupara de tales funciones y, de seguida, informó que debe viajar de nuevo a Cuba para someterse a otra intervención quirúrgica que pudiera devolverle su salud. No ignoraba, por cierto, el fallecido Hugo Chávez Frías, que su fin estaba muy cercano. En efecto, el fallecido Presidente descubrió sinceramente sus naturales temores al respecto, por lo cual propuso, claramente, que de no poder retornar al cargo para el cual fue relecto ese año 2012, recomendó que el candidato de su partido fuese señor Maduro, lo que Chávez acentuó con claro y contundente énfasis. Además, y siempre conforme al mandato constitucional, según lo dispuesto en el Art. 235 que reza: La ausencia del territorio nacional por parte del Presidente (“o Presidenta” sic) de la República requiere autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, cuando se prolongue por un lapso superior a cinco días consecutivos. Al mismo tiempo, Chávez pidió el permiso de ley al Presidente de la Asamblea Nacional, señor Diosdado Cabello. Por tanto, es de recordar que, conforme a lo previsto en el Artículo 233 constitucional, parágrafo segundo, se establece que “Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo…antes de tomar posesión (que es el caso del Presidente Chávez), se procederá a una nueva elección directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente electo… se encargará de la Presidencia de la República el Presidente…de la Asamblea Nacional.” El Presidente Chávez se ajustó exactamente a las disposiciones constitucionales. Sin embargo --y de manera muy lamentable-- fue violado de manera flagrante lo establecido en el Artículo 328 de la vigente Constitución, que en su inicio reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad policía alguna”, pero hubo pronunciamientos esencialmente políticos, como supuesto respaldo al Presidente. Además, la fracción oficialista que participaba en la Asamblea Nacional, en vez de limitarse a considerar la solicitación de permiso para salir del país, desarrolló un vergonzoso debate cargado de señalamientos ofensivos hacia diputados opositores, así como a manifestaciones de carácter político que, una vez más, dejan mucho que desear al provenir de representantes de un pueblo que los eligió, no para que formaran una suerte de gallinero, sino para que se ocuparan de las urgentes necesidades y del progreso de la Nación en aras del Bien Común General. Es de destacarse que, en ese sentido, los venezolanos en general, no asumimos en ese momento, la responsabilidad que todos tenemos de buscar y velar por el bien de la Patria, que es el bien de todos. No actuamos con patriotismo verdadero en los actos comiciales, pues no superamos el temor que provino de amenazas; no actuamos sinceramente, sin atender ofertas de compras de conciencia que no son más que clásicas artimañas de quienes quieren hacer de Venezuela, no una bendita tierra de gracia de ciudadanos y democracia, sino una Nación de esclavos sometidos a la opresión de un régimen comunista y totalitario. La referida votación se realizó plena de violaciones constitucionales. Ante la ausencia del Presidente Electo, Hugo Chávez, el anterior mes de setiembre, se produjo una serie de actos violatorios de la Constitución. Entre ellos vale la pena destacar algunos hechos cumplidos: El Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no asumió lo dispuesto en la Constitución Nacional de acuerdo al segundo parágrafo del Artículo 233, el cual, en su parte final reza: “Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente (o la nueva Presidenta –sic), se encargará de la Presidencia de la República el Presidente (o Presidenta – sic) de la Asamblea Nacional.” En efecto, una serie de actos ilegales fueron realizados con apoyo del Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos la designación del entonces Canciller de la República, Nicolás Maduro, como Presidente interino “mientras no llegara el Presidente Electo”, siendo después, público y notorio que el Presidente Chávez había fallecido en La Habana el 30 de diciembre de 2012. Este hecho se ocultó hasta el mes de marzo de 2013. Para colmo de males que han llegado a afectar la vida de los ciudadanos de nuestra República, la elección del nuevo Presidente realizada en Abril del pasado 2013, fue un descarado fraude electoral (uno más entre tantos otros), que permitió el ascenso a la Presidencia de Venezuela al señor Maduro, apenas con una diferencia de poco más del 1% respecto al candidato opositor Capriles Radonsky. La evidente incapacidad del equipo de gobierno que se supone debe regir el destino y buen desarrollo de la República, se evidencia por la incapacidad que tiene ese gobierno para superar la extremadamente difícil situación de padecemos todos los venezolanos, ante el desastre económico que se vive y el descrédito universal que tiene este gobierno. En este mismo año, ya, deben celebrarse nuevas elecciones para la constitución de una nueva Asamblea Nacional. La repetición de fraudes electorales vividos permanentemente hasta el presente no puede ser tolerada más por los venezolanos. ¡Basta ya! Para garantizar la pureza del próximo acto electoral, es menester indispensable el establecer una serie de premisas a tal efecto. Entre ellas destaco las siguientes: 1º Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en máquinas. 2º Escrutinios públicos, con presencia de ciudadanos votantes en las mesas electorales. 3º Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales confiables. 4º Eliminación de capta-huellas. 5º Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga. 6º Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los diferentes partidos que compiten en las elecciones. Con estas medidas se puede contar con que la próxima elección no sea un fraude más. De manera lamentable, ninguna de esas indispensables referencias han sido consideradas, ni tomadas con fuerza, por parte de aquellos quienes eran los llamados a hacerlo. Estamos a una semana de ejercer el derecho y la responsabilidad de sufragar. Tenemos la responsabilidad de hacerlo y de velar, en la medida de lo que debe ser lo más necesario, para evitar todo tipo de fraude o de abuso en el acto al que vamos a concurrir. La actuación patriótica de todos los venezolanos, cuya mayoría es claramente muy amplia, nos impone a todos velar para salvar esta Patria querida.

sábado, noviembre 28, 2015

ALGUNAS REFLEXIONES

ALGUNAS REFLEXIONES Vivimos en una sociedad tan plural y diversa, víctima de un cambio de época y de una mutación antropológica. Sujetos a la dictadura del Relativismo y del Agnosticismo. Se ofertan productores religiosos, morales, que no son precisamente los mejores para la vida social, familiar, privada; ideas buenas, ideas contradictorias, ideas perversas sin que se excluyan intereses, sobre todo económicos. Es necesario, tal vez más que nunca, un fino discernimiento para percibir, distinguir y reconocer su voz: qué es lo que se anuncia y ofrece, y cuál es la oferta o contraoferta de Jesús. Einstein dijo una constatación que cada vez tiene espacios más amplios de aplicación: “Vivimos en un mundo con abundancia de medios bien definidos pero con confusión de fines”. Tenemos democracias libres, pero no todos se sienten en ella libres para opinar o ir sin peligro por la calle: ejemplo claro es, por desgracia, nuestra querida Venezuela. Vivir humanamente significa mucho más que comer hasta hartarse, que trabajar hasta no quedar tiempo libre, que gritar hasta enronquecer masificados sin saber exactamente por qué se grita. Jesús: Él saca a los suyos del anonimato de lo colectivo y de la impersonalidad de la masa guiada borreguilmente. La Iglesia pierde atractivo y fuerza cuando se insiste en reglamentaciones burocráticas, en mandatos y prohibiciones, pero gana aceptación y entusiasmo donde existen verdaderas comunidades, es decir, unidades en común, donde cada uno no es un mero agregado sino que se siente vinculado a los demás por el conocimiento de amor, apoyo y aspiración al mismo objetivo. La vida, ciertamente, es algo personal. Mi vida es tarea mía y sólo yo la puedo vivir. Nadie me puede sustituir. Pero si yo no amo, siempre faltará en el mundo ese amor. Si yo no creo, no gozo, no crezco... faltará para siempre esa creatividad, ese gozo o ese crecimiento. Esto significa también que no existe la vida en abstracto. Existimos los vivientes. Como tampoco existen en abstracto valores como el amor, la bondad, la justicia, sino encarnados en la vida concreta. La vida es, por otra parte, algo inacabado. Una tarea siempre por hacer. La vida es expansión, desarrollo, despliegue. Lo más terrible que puede decir alguien es que está «acabado». Cuando esto sucede, la vida se termina. Hay que mantener siempre el deseo de vivir creciendo. Pero, ¿a dónde se dirige nuestra vida? ¿Dónde termina definitivamente? ¿Dónde alcanza su verdadero cumplimiento? Apoyados en Cristo Buen Pastor, los cristianos creemos que la vida no termina en la extinción biológica sino que está llamada a trascender. La vida es mucho más que esta vida que conocemos ahora. Hemos nacido para una «vida eterna» que alcanza su plenitud en Dios que es el camino más estimulante y la esperanza más liberadora para enfrentarse a la vida. Es el camino ofrecido por nuestro Buen Pastor. Surgen a menudo congresos, asambleas, retiros que intentan dar una respuesta a nuestras preocupaciones de cristianos comprometidos, a lo que constituye el ser y la esencia del ser cristiano. ¿Cuál es la auténtica identidad cristiana? ¿Dónde está la barrera de lo cristiano y lo no cristiano? Un cristiano que se desengancha del Amor, de la fraternidad, está perdiendo preocupantemente su identidad cristiana. Muchas cosas a las que se llama hoy «amor» no son en realidad sino parodias que desintegran el verdadero amor. Erich Fromm, hablando del amor, esa palabra que llena tantas páginas en la vida del hombre, decía: «La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad occidental contemporánea». Nuestro estilo de amar debe tener como criterio y punto de referencia el modo de amar de Jesús…afirmar la vida, el crecimiento, la libertad y la felicidad de los demás. Sólo nos diferenciamos de los demás si amamos a los hermanos sirviéndoles, perdonándolos, dedicándoles nuestra atención y nuestro tiempo, comprendiéndolos en sus penas y alegrías, desterrando de nuestro estilo de ser y de actuar la soberbia y el menosprecio, el desdén y la prepotencia, la desconsideración y el olvido, el desamor y el egoísmo….El cristianismo no es una mera “religión del libro”, sino de una palabra viva que es persona hecha amor. Viejo es lo que, con el paso del tiempo, se deteriora y pierde valor; antiguo es aquello que, con el paso del tiempo, mejora y adquiere valor. El evangelista Juan, en un pasaje, escribe: «Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio... Y sin embargo os escribo un mandamiento nuevo» Lo de amar al prójimo «como a uno mismo» se había convertido en un mandamiento «viejo», esto es, débil y desgastado. Es en el cielo nuevo y en la nueva tierra, que los que construyen aquellos que han convertido el amor en señal y distintivo de su condición cristiana se realiza. Los cristianos somos llamados a transformar las relaciones humanas de la sociedad en la que vivimos con el ofrecimiento del amor sin límites. En la medida en que el amor se haga realidad en nosotros estaremos manifestando que el Señor habita en su Iglesia, y en el corazón de cada uno de sus fieles. Estamos tan acostumbrados a amar y servir según nuestra medida.. ¿es que nuestro amor sólo alcanza a los cercanos, a los del círculo de pertenencia y a los afines sociales o políticos? Poca vida hay en nuestras familias, trabajos, comunidades cristianas, organizaciones sociales o políticas, si no se acierta con las causas reales de quienes mal viven, mucho sufren, y nada o poco pueden elevarse a niveles de verdadero gozo. San Agustín definió la paz como esa tranquilidad que gratifica, cuando todas las cosas se encuentran en su sitio apropiado. La paz no es un signo que caracterice a nuestro tiempo. Para convencernos de ello es suficiente con hacer un recorrido por el mapa nacional o mundial. ¿Por qué no hay paz? ¿Por qué corre la pólvora y la sangre? ¿Por qué esas zonas del hambre y del subdesarrollo? Las relaciones humanas, la política, la ideología y la economía no pueden ser calificadas precisamente de pacíficas. Deseamos la paz pero no es fácil decir en qué consiste. Es, si, asegurar una vida digna y dichosa para todos. Con el corazón lleno de resentimiento, intolerancia y dogmatismo se puede movilizar a algunos sectores; desde actitudes de prepotencia, hostilidad y agresión se puede hacer política y propaganda electoral, pero no se puede aportar verdadera paz a la convivencia de las gentes.

sábado, julio 18, 2015

UN ESFUERZO DE VERDADERA UNIDAD, SIN MENOSCABO DE LA OPINÓN DE CADA CUAL. Pedro Paúl Bello (paulbello.blogspot.com) Sería de perogrullada el recordar que estamos, los venezolanos, en una situación sumamente muy conflictiva y peligrosa. Hay un conjunto de factores sociales, políticos y económicos que concurren, conjuntamente, para generar y profundizar el cada día más creciente conflicto, que amenaza la seguridad y la paz de todos los ciudadanos. A estas alturas del tiempo transcurrido y de los males generados, lo razonable parece imposible y lo peligroso eminente. Todos los ciudadanos que estamos en nuestra tierra, nacionales o extranjeros integrados a este país amable y hermoso, vemos con angustia que en el día a día aumentan los costos y desparecen todos los productos necesarios para subsistir: alimentos, medicinas, útiles del hogar, repuestos para máquinas y automóviles, etc., menoscaban la existencia vital en todos sus aspectos. Pero mientras esto, que es tan grave ocurre, la incapacidad de un equipo gubernamental que se evidencia por sus errores derivada muchas veces por la ignorancia de tantos actores, profundiza la ruina general del país y la muerte de tantos compatriotas, sea que derive de la escasez de productos para poder mantener la vida, o sea porque el crimen se ha generalizado en todo el territorio nacional, sin que poder alguno sea suficiente para controlarlo y evitarlo. Ese cuadro, espantoso por lo a ojos vista incontrolable, por las diferentes instancias del equipo gubernamental anuncia, en lo inmediato, una posible catástrofe totalmente incontrolable. La pregunta que lógicamente surge en cada mente de quienes esto vivimos es, simplemente ¿Qué hacer? Por supuesto, quien esto escribe no tiene respuesta sobre ello. A mi manera de ver, la solución más inmediata sería la unidad. Esa unidad habría de ser establecida entre el grupo gubernamental y el correspondiente sector opositor, pero tal logro, a estas alturas parece imposible. Para lograrla sería indispensable el diálogo, un diálogo inmediato entre ambos sectores, con miras a corregir los entuertos y agilizar acciones efectivas para sustituirlos con respuestas adecuadas y concretas. Ahora bien, el diálogo en estas condiciones no parece posible. Esto me recuerda la vieja expresión de Juan Taulero (“Doctor iluminado”, teólogo, predicador y escritor místico: 1300-15 junio 1361), quien decía: “Nadie se impregna mejor del sentido de la verdadera distinción como quien ha entrado en la unidad; e igualmente, nadie conoce verdaderamente la unidad si ignora la distinción… se debe pues, distinguir para unir.” (1) Eso explica que la filosofía reflexiva y crítica siempre se oriente al discernimiento de los grados del saber. (2) En efecto, si no se distingue no se une, y si no se une no se distingue, pero, podemos preguntarnos ¿cómo hacer para distinguir y al mismo tiempo unir, lo que parece imposible de ser unido? Si ello es imposible, creo que si sea posible una verdadera unidad entre los partidos opositores, pese a sus lógicas y naturales diferencias. Ello implica, necesariamente, que los diferentes partidos renuncien a sus legítimos intereses y procedan como una verdadera unidad, por encima de dichos intereses, mientras (1.- Ver: Jacques Maritain: Los grados del saber (1) Ediciones Desclée de Brouwer. (Paris-Buenos Aires). 2.- Idem.) se pueda lograr superar la situación que se viva en el país, y que cuando se realicen las próximas elecciones permanezca dicha unidad, hasta que a plena recuperación económica social y política sea reestablecida, con una gestión de gobierno que mejore las condiciones pésimas de vida de los sectores más pobres y que restablezca la paz, la seguridad y el orden ciudadano en toda la Nación. Para vencer en las elecciones de diciembre, es indispensable menester la unidad de los partidos opositores, que debe durar hasta que se restablezcan la producción y la economía del país, y que, como he insistido en otras ocasiones, que las elecciones de diciembre se realicen con votos en urnas electorales como era en el pasado; con presencia de testigos de países desarrollados; que se eliminen mecanismos absurdos como el “capta-huellas”, que los electores puedan asistir al conteo de los votos en las mesas a las que concurrieron para votar y que, para seguridad, el acto electoral comience en la temprana mañana y las mesas, en todo el país, sean cerradas a las 6 pm de manera de impedir todo tipo de maniobras fraudulentas. __._,_.___

lunes, julio 06, 2015

DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA DOS SIGLOS y CUATRO AÑOS. Pedro Paúl Bello. (paulbello.blogspot.com) En esta fecha de hoy, domingo 5 de julio, los venezolanos celebramos el hecho histórico fundamental de nuestra Patria: la Declaración de su Independencia sancionada por el Congreso que, en esa misma fecha de 1811, decidió que Venezuela fuese definitivamente libre de la madre patria española y de toda otra nación o potestad. Han transcurrido, desde esa histórica fecha, dos siglos y cuatro años. Para lograr de hecho la deseada y convenida Independencia transcurrieron 19 años, que incluyeron la batalla final de Carabobo y la separación de la Nueva Granada o Gran Colombia que concibió el Libertador Simón Bolívar. En efecto, fue en 1830 cuando Venezuela se constituyó la República de Venezuela, cuyo primer Presidente fue el General José Antonio Páez. El 22 de setiembre de 1830, el Congreso Constituyente que se había reunido en Valencia el 6 de mayo de ese mismo año, bajo la Presidencia del Licenciado Miguel Peña, aprobó la Constitución del Estado de Venezuela y el General Páez, que fue encargado del Poder Ejecutivo por una Asamblea Popular reunida en Caracas en noviembre de 1829, asumió la Presidencia de la República el 24 de marzo de 1831, hasta el 9 de febrero de 1835. Se inició la llamada “Oligarquía Conservadora.” Páez fue sustituido en esa fecha por el Dr. José María Vargas quien, derrocado por un intento de golpe de estado encabezado por Pedro Carujo, Mariño y Julián Castro, aunque recuperó el poder apoyado por Páez, renunció al mismo el 24 de abril de 1836. Luego fue la presidencia del Gral. Soublette el 11 de abril de hasta el 1º de febrero de 1839 y después Páez, en su segundo gobierno hasta el 28 de enero de 1843 y de nuevo Soublette, desde entonces hasta el 20 de enero de 1843, cuando asumió la presidencia el Gral. José Tadeo Monagas. Terminó entonces un gobierno serio y honesto y se inició otro que entonces llamaron “Hegemonía de la Oligarquía Liberal” que fue atropellador y nada honesto, cuyo mal ejemplo se integró a la política venezolana y, con las excepciones del caso, relativamente pocas en comparación con las anteriores, fueron el funesto ejemplo que incitó a desarrollar ese mal, el cual se extendió a lo largo de nuestra accidentada historia, para culminar en lo que hoy día presenciamos los venezolanos, con ojos aterrados y gran angustia del espíritu. En efecto, fue de José Tadeo Monagas aquella cínica frase según la cual “la Constitución sirve para todo”, y ese servir lo aplicó él mismo cuando, al atropellar al Congreso, perecieron cuatro senadores, mientras Fermín Toro proclamaba “mi cuerpo podrán llevarlo, pero díganle al Gral Monagas que Fermín Toro no se prostituye.” Desde entonces se instaló en nuestro país el vicio extendido del peculado y otros delitos más recientes, como el tráfico de drogas, el lavado de dinero, el atropello y las prisiones injustas para los oponentes a regímenes corruptos, hechos estos que tal vez derivaron, en primer lugar del conflicto mismo de la guerra de independencia, y en segundo lugar, tal vez, de la generosidad del Libertador quien entregó a muchos de los militares victoriosos en la guerra libertaria --pero no todos-- las tierras dejadas libres por los españoles una vez que éstos fueron derrotados. Fue esa distribución de tierras factor importante que impulsó el desarrollo de un caudillismo, por el cual los caudillos se hicieron señores dueños de sus dominios, lo que estableció una forma sui-genere de gobiernos locales, de rasgos feudales en casi toda las extensiones de los llamados Estados de la reciente República, aunque ese fenómeno de “neo-feudalismo” se extendió en casi toda la Sud América Latina. Sin duda la figura más resaltante del poder político en el siglo XVIII fue Antonio Guzmán Blanco, quien ocupó la Presidencia de la República entre 1870 hasta 1888, con interrupciones en el periodo de 1877 a 1879, de 1884 a 1886, terminando definitivamente sus mandatos en Venezuela ese mismo año 1886, con la excepción de los mandatos de Páez del 24 de marzo de 1831 hasta el 9 de febrero de 1835 y desde el 1º de febrero de 1839 hasta el 28 de enero de 1843. Luego de los conflictos políticos posteriores a la salida de los Monagas del poder, así como de Pedro Gual y Manuel Felipe de Tovar y de nuevo por Gual, con períodos muy breves, Páez de nuevo y como dictador, asumió la presidencia el 10 de setiembre de 1861, en tiempos de la Guerra Federal. El gobierno de Páez se había debilitado por problemas económicos derivados de la guerra, mientras los federalistas ganaban guerras como la de la batalla de Santa Inés en Barinas el 10 de diciembre y en Copié en Cojedes y la de Buchivacoa el 27 de diciembre de 1862. Finalmente Guzmán Blanco, designado por Falcón como jefe de los ejércitos, se acercó a Caracas, lo que provocó que Páez aceptara llegar a un acuerdo que se verificó con el llamado “Tratado de Coche” con el que se reconocía la victoria y la derrota de Páez. Para entender el fruto absurdo de esta guerra interesa la opinión de Domingo Alberto Rangel para alertar sobre los riesgos que, hoy y en corto futuro podemos todos los venezolanos en nuestra actual crisis: “Sobre las tierras abandonadas por los oligarcas fugitivos…cayeron los caciques del bando vencedor. El país iracundo, el bachiller sin horizontes, el deudor fallido, la turba de hombres que fue a los campamentos federales salió de la guerra luciendo las charreteras del rango militar y el prestigio de la bravura. Generales y Coroneles eran los títulos que iban a ostentar quienes habían sido hombres del pueblo. La victoria los convirtió en amos de regiones enteras del país. En un régimen distinto, de efectiva capacidad creadora, hubieran sido los Emilianos Zapata de una reivindicación popular. La Federación ya estaba falsificada desde Coche. Y el país hecho general por la gloria de un combate no deseó ser el brazo ejecutor, en el gobierno, de la voluntad de justicia de las masas. Prefirió despojar a los oligarcas sustituyéndoles en el vértice de la absurda estructura social de la época. Una nueva capa de terratenientes afloró a la dirección de la economía agraria del país.” La nueva parte de nuestra historia política de entonces iba a registrar el continuo sucederse de gobernantes, cuyo pasar acelerado apenas detenía el llegar de los grandes, en caso inmediato y de manera particular, de Antonio Guzmán Blanco, cuya larga posesión del poder rompería la también larga sucesión de caudillos, aunque entre ellos había próceres de prestigio bautizados en las aguas sacralizadas de nuestra Independencia. Qué el presente nos haga recordar ese pasado tormentoso y funesto y nos enseñe, a todos de todos los colores, para volver verdad de ser Venezuela una Bendita tierra de gracia.

sábado, julio 04, 2015

CUANDO ES AMENAZADA LA DEMOCRACIA. Pedro Paúl Bello (paulbello.blogspot.com) Un escritor de hace ya algunos años, el francés Jean Francois Revel, inició una obra suya muy conocida entonces (“Cómo terminan las democracias”), en estos términos: “Tal vez la democracia será en la historia un accidente; un breve paréntesis que bajo nuestros ojos se cierra.” ¿Por qué Revel expresa eso? Porque la democracia no se ha constituido, a fondo, en naciones como la nuestra, para defenderse de quienes en lo externo y en el interno de las naciones quieren que desaparezca. ¿Quiénes son esos tales que pretenden hacer desaparecer la democracia? Son aquellos que en el interior de las naciones políticamente democráticas, o en el exterior de ellas, quieren destruirla porque es opuesta a sus planes tiránicos y opresores de los pueblos. De manera particular y en los tiempos que vivimos, los principales enemigos de la democracia, donde quiera ésta se establezca como sistema de gobierno, son hoy el comunismo y todas las expresiones semejantes de totalitarismos. Todo sistema totalitario de gobierno, cuando en una Nación “debuta” como proyecto político, se presenta para ser comprado como un “perfeccionamiento” de la democracia: véase la historia de comunismos o fascismos en países como Rusia, Alemania, Cuba, China y tantos otros. En esas naciones, siempre, los regímenes totalitarios debutaron con el disfraz de demócratas que durante poco tiempo usaron. En la Rusia zarista, la sublevación bolchevique, que no nació el 25 de octubre de 1917 de allá (o 7 de noviembre) sino mucho antes desde el verano de 1915, cuando se inició por la hambruna determinada por la escasez de alimentos cuya producción cesó, así como los transportes. ¿ Recuerda esto algo? Al inicio del gobierno revolucionario en 1917, en Rusia se vivió una luna de miel política, pero ésta duró poco. En Alemania, Hitler asumió el poder con respaldo pleno el Reichstag o parlamento, que acogió a quien sería, entonces, el factor de la destrucción de ese país, porque se presentó como ductor del progreso de una Nación que llevó a esa destrucción. ¿No fue acaso una mayoría de venezolanos la que llevó a Hugo Chávez Frías al poder, y no fue un Congreso que, como el Reichstag alemán, le aceptó pese a su insolente juramentación? El comunismo en particular y las demás formas de totalitarismo en general, no es que sean incapaces de generar una sociedad viable, sino que la intención que orienta a este tipo de regímenes no es otra que la de destruir todos los valores y logros de una sociedad civilizada, cualquiera fuese la que cayera bajo su poder. Los totalitarismos y sistemas políticos semejantes pero antecedentes resultan ser más hábiles y astutos que los demócratas para defender sus democracias, pues las democracias siempre esperan que los totalitarismos, al inicio disfrazados, no ejerzan sus amenazas y siempre aquellas se despiertan cuando el daño mortal es ya inevitable. Dice también Revel, en su libro antes referido, que “el enemigo interior de la democracia juega una partida fácil, pues explota el derecho al desacuerdo inherente a la democracia misma. El esconde –a la oposición legítima y la crítica reconocida como prerrogativa de todo ciudadano-- sus propósitos de destruir la democracia y de buscar el poder absoluto y el monopolio de la fuerza.” Como la oposición al totalitarismo es legal y leal y usa facultades de están previstas en las instituciones de todo Estado de Derecho, resulta fácil para su oponente violar esas instituciones, así como alterarlas inconstitucionalmente en favor de sus conveniencias. Por otra parte, una vez que han logrado alcanzar el poder, los regímenes totalitarios simulan realizar reivindicaciones legítimas en favor de los sectores sociales menos favorecidos, pero a los demócratas quienes sinceramente quieren favorecerlos, los presentan como autores de represiones “reaccionarias.” Sobre todos estos males, suelen surgir en el seno de los sectores democráticos, excesos de críticas contra quienes, de una manera u otra, se han convertido o han sido responsabilizados de la conducción política de los sectores que defienden la democracia. Esta actitud, que a veces se convierte en ataques y acusaciones permanentes en todo, poco servicio rinde al propósito fundamental de defender y mantener la democracia. Esa ruta constituye consecuencias muy peligrosas pues, como contrapartida práctica y pública, lo que se logra con ella es concederle la razón a un enemigo verdadero y mortal. ¿Se tratará de limitación intelectual, de ceguera o de indolencia política? ¿Dónde vamos a llegar por ese camino? En tiempos tan difíciles como este que estamos viviendo en nuestra patria, hay que tener conciencia de que el resultado de todos los esfuerzos opositores, con los errores que puedan significar, con sus omisiones o excesos, con sus idas y retrocesos, son de todos nosotros. Si, de todos. Porque muchos, por razones muy justificables o no, no estamos involucrados en el meollo del asunto y, porque opinar, señalar y criticar sin conciencia cierta de lo que se opina, se señala o se critica, no corresponde realmente a la verdad y constituye una grave falta calificable como irresponsabilidad delictuosa, cuando se afirma lo que no se sabe o se niega lo que no se conoce. A Venezuela la salvamos todos sus hijos demócratas o no la salva nadie. Esa es nuestra responsabilidad. Esa es nuestra meta y nuestro propósito: realizar efectivamente la liberación de esta Patria, para que vuelva a ser llamada “Bendita Tierra de Gracia”. Nada más.