Pedro G. Paúl Bello Weblog

sábado, julio 18, 2015

UN ESFUERZO DE VERDADERA UNIDAD, SIN MENOSCABO DE LA OPINÓN DE CADA CUAL. Pedro Paúl Bello (paulbello.blogspot.com) Sería de perogrullada el recordar que estamos, los venezolanos, en una situación sumamente muy conflictiva y peligrosa. Hay un conjunto de factores sociales, políticos y económicos que concurren, conjuntamente, para generar y profundizar el cada día más creciente conflicto, que amenaza la seguridad y la paz de todos los ciudadanos. A estas alturas del tiempo transcurrido y de los males generados, lo razonable parece imposible y lo peligroso eminente. Todos los ciudadanos que estamos en nuestra tierra, nacionales o extranjeros integrados a este país amable y hermoso, vemos con angustia que en el día a día aumentan los costos y desparecen todos los productos necesarios para subsistir: alimentos, medicinas, útiles del hogar, repuestos para máquinas y automóviles, etc., menoscaban la existencia vital en todos sus aspectos. Pero mientras esto, que es tan grave ocurre, la incapacidad de un equipo gubernamental que se evidencia por sus errores derivada muchas veces por la ignorancia de tantos actores, profundiza la ruina general del país y la muerte de tantos compatriotas, sea que derive de la escasez de productos para poder mantener la vida, o sea porque el crimen se ha generalizado en todo el territorio nacional, sin que poder alguno sea suficiente para controlarlo y evitarlo. Ese cuadro, espantoso por lo a ojos vista incontrolable, por las diferentes instancias del equipo gubernamental anuncia, en lo inmediato, una posible catástrofe totalmente incontrolable. La pregunta que lógicamente surge en cada mente de quienes esto vivimos es, simplemente ¿Qué hacer? Por supuesto, quien esto escribe no tiene respuesta sobre ello. A mi manera de ver, la solución más inmediata sería la unidad. Esa unidad habría de ser establecida entre el grupo gubernamental y el correspondiente sector opositor, pero tal logro, a estas alturas parece imposible. Para lograrla sería indispensable el diálogo, un diálogo inmediato entre ambos sectores, con miras a corregir los entuertos y agilizar acciones efectivas para sustituirlos con respuestas adecuadas y concretas. Ahora bien, el diálogo en estas condiciones no parece posible. Esto me recuerda la vieja expresión de Juan Taulero (“Doctor iluminado”, teólogo, predicador y escritor místico: 1300-15 junio 1361), quien decía: “Nadie se impregna mejor del sentido de la verdadera distinción como quien ha entrado en la unidad; e igualmente, nadie conoce verdaderamente la unidad si ignora la distinción… se debe pues, distinguir para unir.” (1) Eso explica que la filosofía reflexiva y crítica siempre se oriente al discernimiento de los grados del saber. (2) En efecto, si no se distingue no se une, y si no se une no se distingue, pero, podemos preguntarnos ¿cómo hacer para distinguir y al mismo tiempo unir, lo que parece imposible de ser unido? Si ello es imposible, creo que si sea posible una verdadera unidad entre los partidos opositores, pese a sus lógicas y naturales diferencias. Ello implica, necesariamente, que los diferentes partidos renuncien a sus legítimos intereses y procedan como una verdadera unidad, por encima de dichos intereses, mientras (1.- Ver: Jacques Maritain: Los grados del saber (1) Ediciones Desclée de Brouwer. (Paris-Buenos Aires). 2.- Idem.) se pueda lograr superar la situación que se viva en el país, y que cuando se realicen las próximas elecciones permanezca dicha unidad, hasta que a plena recuperación económica social y política sea reestablecida, con una gestión de gobierno que mejore las condiciones pésimas de vida de los sectores más pobres y que restablezca la paz, la seguridad y el orden ciudadano en toda la Nación. Para vencer en las elecciones de diciembre, es indispensable menester la unidad de los partidos opositores, que debe durar hasta que se restablezcan la producción y la economía del país, y que, como he insistido en otras ocasiones, que las elecciones de diciembre se realicen con votos en urnas electorales como era en el pasado; con presencia de testigos de países desarrollados; que se eliminen mecanismos absurdos como el “capta-huellas”, que los electores puedan asistir al conteo de los votos en las mesas a las que concurrieron para votar y que, para seguridad, el acto electoral comience en la temprana mañana y las mesas, en todo el país, sean cerradas a las 6 pm de manera de impedir todo tipo de maniobras fraudulentas. __._,_.___

lunes, julio 06, 2015

DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA DOS SIGLOS y CUATRO AÑOS. Pedro Paúl Bello. (paulbello.blogspot.com) En esta fecha de hoy, domingo 5 de julio, los venezolanos celebramos el hecho histórico fundamental de nuestra Patria: la Declaración de su Independencia sancionada por el Congreso que, en esa misma fecha de 1811, decidió que Venezuela fuese definitivamente libre de la madre patria española y de toda otra nación o potestad. Han transcurrido, desde esa histórica fecha, dos siglos y cuatro años. Para lograr de hecho la deseada y convenida Independencia transcurrieron 19 años, que incluyeron la batalla final de Carabobo y la separación de la Nueva Granada o Gran Colombia que concibió el Libertador Simón Bolívar. En efecto, fue en 1830 cuando Venezuela se constituyó la República de Venezuela, cuyo primer Presidente fue el General José Antonio Páez. El 22 de setiembre de 1830, el Congreso Constituyente que se había reunido en Valencia el 6 de mayo de ese mismo año, bajo la Presidencia del Licenciado Miguel Peña, aprobó la Constitución del Estado de Venezuela y el General Páez, que fue encargado del Poder Ejecutivo por una Asamblea Popular reunida en Caracas en noviembre de 1829, asumió la Presidencia de la República el 24 de marzo de 1831, hasta el 9 de febrero de 1835. Se inició la llamada “Oligarquía Conservadora.” Páez fue sustituido en esa fecha por el Dr. José María Vargas quien, derrocado por un intento de golpe de estado encabezado por Pedro Carujo, Mariño y Julián Castro, aunque recuperó el poder apoyado por Páez, renunció al mismo el 24 de abril de 1836. Luego fue la presidencia del Gral. Soublette el 11 de abril de hasta el 1º de febrero de 1839 y después Páez, en su segundo gobierno hasta el 28 de enero de 1843 y de nuevo Soublette, desde entonces hasta el 20 de enero de 1843, cuando asumió la presidencia el Gral. José Tadeo Monagas. Terminó entonces un gobierno serio y honesto y se inició otro que entonces llamaron “Hegemonía de la Oligarquía Liberal” que fue atropellador y nada honesto, cuyo mal ejemplo se integró a la política venezolana y, con las excepciones del caso, relativamente pocas en comparación con las anteriores, fueron el funesto ejemplo que incitó a desarrollar ese mal, el cual se extendió a lo largo de nuestra accidentada historia, para culminar en lo que hoy día presenciamos los venezolanos, con ojos aterrados y gran angustia del espíritu. En efecto, fue de José Tadeo Monagas aquella cínica frase según la cual “la Constitución sirve para todo”, y ese servir lo aplicó él mismo cuando, al atropellar al Congreso, perecieron cuatro senadores, mientras Fermín Toro proclamaba “mi cuerpo podrán llevarlo, pero díganle al Gral Monagas que Fermín Toro no se prostituye.” Desde entonces se instaló en nuestro país el vicio extendido del peculado y otros delitos más recientes, como el tráfico de drogas, el lavado de dinero, el atropello y las prisiones injustas para los oponentes a regímenes corruptos, hechos estos que tal vez derivaron, en primer lugar del conflicto mismo de la guerra de independencia, y en segundo lugar, tal vez, de la generosidad del Libertador quien entregó a muchos de los militares victoriosos en la guerra libertaria --pero no todos-- las tierras dejadas libres por los españoles una vez que éstos fueron derrotados. Fue esa distribución de tierras factor importante que impulsó el desarrollo de un caudillismo, por el cual los caudillos se hicieron señores dueños de sus dominios, lo que estableció una forma sui-genere de gobiernos locales, de rasgos feudales en casi toda las extensiones de los llamados Estados de la reciente República, aunque ese fenómeno de “neo-feudalismo” se extendió en casi toda la Sud América Latina. Sin duda la figura más resaltante del poder político en el siglo XVIII fue Antonio Guzmán Blanco, quien ocupó la Presidencia de la República entre 1870 hasta 1888, con interrupciones en el periodo de 1877 a 1879, de 1884 a 1886, terminando definitivamente sus mandatos en Venezuela ese mismo año 1886, con la excepción de los mandatos de Páez del 24 de marzo de 1831 hasta el 9 de febrero de 1835 y desde el 1º de febrero de 1839 hasta el 28 de enero de 1843. Luego de los conflictos políticos posteriores a la salida de los Monagas del poder, así como de Pedro Gual y Manuel Felipe de Tovar y de nuevo por Gual, con períodos muy breves, Páez de nuevo y como dictador, asumió la presidencia el 10 de setiembre de 1861, en tiempos de la Guerra Federal. El gobierno de Páez se había debilitado por problemas económicos derivados de la guerra, mientras los federalistas ganaban guerras como la de la batalla de Santa Inés en Barinas el 10 de diciembre y en Copié en Cojedes y la de Buchivacoa el 27 de diciembre de 1862. Finalmente Guzmán Blanco, designado por Falcón como jefe de los ejércitos, se acercó a Caracas, lo que provocó que Páez aceptara llegar a un acuerdo que se verificó con el llamado “Tratado de Coche” con el que se reconocía la victoria y la derrota de Páez. Para entender el fruto absurdo de esta guerra interesa la opinión de Domingo Alberto Rangel para alertar sobre los riesgos que, hoy y en corto futuro podemos todos los venezolanos en nuestra actual crisis: “Sobre las tierras abandonadas por los oligarcas fugitivos…cayeron los caciques del bando vencedor. El país iracundo, el bachiller sin horizontes, el deudor fallido, la turba de hombres que fue a los campamentos federales salió de la guerra luciendo las charreteras del rango militar y el prestigio de la bravura. Generales y Coroneles eran los títulos que iban a ostentar quienes habían sido hombres del pueblo. La victoria los convirtió en amos de regiones enteras del país. En un régimen distinto, de efectiva capacidad creadora, hubieran sido los Emilianos Zapata de una reivindicación popular. La Federación ya estaba falsificada desde Coche. Y el país hecho general por la gloria de un combate no deseó ser el brazo ejecutor, en el gobierno, de la voluntad de justicia de las masas. Prefirió despojar a los oligarcas sustituyéndoles en el vértice de la absurda estructura social de la época. Una nueva capa de terratenientes afloró a la dirección de la economía agraria del país.” La nueva parte de nuestra historia política de entonces iba a registrar el continuo sucederse de gobernantes, cuyo pasar acelerado apenas detenía el llegar de los grandes, en caso inmediato y de manera particular, de Antonio Guzmán Blanco, cuya larga posesión del poder rompería la también larga sucesión de caudillos, aunque entre ellos había próceres de prestigio bautizados en las aguas sacralizadas de nuestra Independencia. Qué el presente nos haga recordar ese pasado tormentoso y funesto y nos enseñe, a todos de todos los colores, para volver verdad de ser Venezuela una Bendita tierra de gracia.

sábado, julio 04, 2015

CUANDO ES AMENAZADA LA DEMOCRACIA. Pedro Paúl Bello (paulbello.blogspot.com) Un escritor de hace ya algunos años, el francés Jean Francois Revel, inició una obra suya muy conocida entonces (“Cómo terminan las democracias”), en estos términos: “Tal vez la democracia será en la historia un accidente; un breve paréntesis que bajo nuestros ojos se cierra.” ¿Por qué Revel expresa eso? Porque la democracia no se ha constituido, a fondo, en naciones como la nuestra, para defenderse de quienes en lo externo y en el interno de las naciones quieren que desaparezca. ¿Quiénes son esos tales que pretenden hacer desaparecer la democracia? Son aquellos que en el interior de las naciones políticamente democráticas, o en el exterior de ellas, quieren destruirla porque es opuesta a sus planes tiránicos y opresores de los pueblos. De manera particular y en los tiempos que vivimos, los principales enemigos de la democracia, donde quiera ésta se establezca como sistema de gobierno, son hoy el comunismo y todas las expresiones semejantes de totalitarismos. Todo sistema totalitario de gobierno, cuando en una Nación “debuta” como proyecto político, se presenta para ser comprado como un “perfeccionamiento” de la democracia: véase la historia de comunismos o fascismos en países como Rusia, Alemania, Cuba, China y tantos otros. En esas naciones, siempre, los regímenes totalitarios debutaron con el disfraz de demócratas que durante poco tiempo usaron. En la Rusia zarista, la sublevación bolchevique, que no nació el 25 de octubre de 1917 de allá (o 7 de noviembre) sino mucho antes desde el verano de 1915, cuando se inició por la hambruna determinada por la escasez de alimentos cuya producción cesó, así como los transportes. ¿ Recuerda esto algo? Al inicio del gobierno revolucionario en 1917, en Rusia se vivió una luna de miel política, pero ésta duró poco. En Alemania, Hitler asumió el poder con respaldo pleno el Reichstag o parlamento, que acogió a quien sería, entonces, el factor de la destrucción de ese país, porque se presentó como ductor del progreso de una Nación que llevó a esa destrucción. ¿No fue acaso una mayoría de venezolanos la que llevó a Hugo Chávez Frías al poder, y no fue un Congreso que, como el Reichstag alemán, le aceptó pese a su insolente juramentación? El comunismo en particular y las demás formas de totalitarismo en general, no es que sean incapaces de generar una sociedad viable, sino que la intención que orienta a este tipo de regímenes no es otra que la de destruir todos los valores y logros de una sociedad civilizada, cualquiera fuese la que cayera bajo su poder. Los totalitarismos y sistemas políticos semejantes pero antecedentes resultan ser más hábiles y astutos que los demócratas para defender sus democracias, pues las democracias siempre esperan que los totalitarismos, al inicio disfrazados, no ejerzan sus amenazas y siempre aquellas se despiertan cuando el daño mortal es ya inevitable. Dice también Revel, en su libro antes referido, que “el enemigo interior de la democracia juega una partida fácil, pues explota el derecho al desacuerdo inherente a la democracia misma. El esconde –a la oposición legítima y la crítica reconocida como prerrogativa de todo ciudadano-- sus propósitos de destruir la democracia y de buscar el poder absoluto y el monopolio de la fuerza.” Como la oposición al totalitarismo es legal y leal y usa facultades de están previstas en las instituciones de todo Estado de Derecho, resulta fácil para su oponente violar esas instituciones, así como alterarlas inconstitucionalmente en favor de sus conveniencias. Por otra parte, una vez que han logrado alcanzar el poder, los regímenes totalitarios simulan realizar reivindicaciones legítimas en favor de los sectores sociales menos favorecidos, pero a los demócratas quienes sinceramente quieren favorecerlos, los presentan como autores de represiones “reaccionarias.” Sobre todos estos males, suelen surgir en el seno de los sectores democráticos, excesos de críticas contra quienes, de una manera u otra, se han convertido o han sido responsabilizados de la conducción política de los sectores que defienden la democracia. Esta actitud, que a veces se convierte en ataques y acusaciones permanentes en todo, poco servicio rinde al propósito fundamental de defender y mantener la democracia. Esa ruta constituye consecuencias muy peligrosas pues, como contrapartida práctica y pública, lo que se logra con ella es concederle la razón a un enemigo verdadero y mortal. ¿Se tratará de limitación intelectual, de ceguera o de indolencia política? ¿Dónde vamos a llegar por ese camino? En tiempos tan difíciles como este que estamos viviendo en nuestra patria, hay que tener conciencia de que el resultado de todos los esfuerzos opositores, con los errores que puedan significar, con sus omisiones o excesos, con sus idas y retrocesos, son de todos nosotros. Si, de todos. Porque muchos, por razones muy justificables o no, no estamos involucrados en el meollo del asunto y, porque opinar, señalar y criticar sin conciencia cierta de lo que se opina, se señala o se critica, no corresponde realmente a la verdad y constituye una grave falta calificable como irresponsabilidad delictuosa, cuando se afirma lo que no se sabe o se niega lo que no se conoce. A Venezuela la salvamos todos sus hijos demócratas o no la salva nadie. Esa es nuestra responsabilidad. Esa es nuestra meta y nuestro propósito: realizar efectivamente la liberación de esta Patria, para que vuelva a ser llamada “Bendita Tierra de Gracia”. Nada más.