Pedro G. Paúl Bello Weblog

domingo, noviembre 29, 2015

SOMOS TODOS RESPONSABLES DE NUESTRO DESTINO. Pedro Paúl Bello (Pedro G. Paúl Bello.Weblog.com) (Paulbello.blogspot.com) En algunos escritos y en obras, una de las cuales que ya fue publicada en el llamado “Imperio”, he insistido en aspectos que explican nuestra realidad como Nación y como pueblo. En esa obra, he calificado nuestra Nación como invertebrada, y seguirá siéndolo mientras nos mantengamos dependientes, no ya de una potencia o fuente como lo fue la España que nos descubrió, conquistó y colonizó, sino de raíces que se hunden en realidades de nuestro pasado, porque, sin habernos deslastrado de esos antecedentes de manera real y no aparente, no hemos acompañado la Independencia que logramos con cambios sustanciales sobre nuestra manera de ser Nación, sino que hemos conservado, escondidos en nuestro presente, muchos rasgos, costumbres y conductas de nuestro pasado que, por cierto, no es muy lejano en el tiempo, como si lo es en los países llamados más desarrollados. El tiempo obra de manera sumamente importante en la evolución de todos los pueblos; su paso inevitable obra de manera más importante en la transformación de todas la Naciones. La razón es que la historia de las naciones todas y la de sus miembros, no es una simple sucesión de acontecimientos, hechos y sucesos, porque asimilan cambios que transforman formas de gobierno, usos y costumbres, y también conocimientos y maneras de ser y de actuar de las personas. Pero no vamos a tratar, en esta reflexión breve, la consideración de hechos del pasado lejano o cercano, sino del presente que hoy estamos viviendo --con angustia y preocupación-- todos los venezolanos. Una noche del pasado, el entonces ciudadano Presidente de la República se dirigió al país para exponer que el mal que lo aquejaba no le permitirá, “por ahora”, ejercer las funciones de su cargo, por lo que encargó al ciudadano Vicepresidente, señor Nicolás Maduro, para que se ocupara de tales funciones y, de seguida, informó que debe viajar de nuevo a Cuba para someterse a otra intervención quirúrgica que pudiera devolverle su salud. No ignoraba, por cierto, el fallecido Hugo Chávez Frías, que su fin estaba muy cercano. En efecto, el fallecido Presidente descubrió sinceramente sus naturales temores al respecto, por lo cual propuso, claramente, que de no poder retornar al cargo para el cual fue relecto ese año 2012, recomendó que el candidato de su partido fuese señor Maduro, lo que Chávez acentuó con claro y contundente énfasis. Además, y siempre conforme al mandato constitucional, según lo dispuesto en el Art. 235 que reza: La ausencia del territorio nacional por parte del Presidente (“o Presidenta” sic) de la República requiere autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, cuando se prolongue por un lapso superior a cinco días consecutivos. Al mismo tiempo, Chávez pidió el permiso de ley al Presidente de la Asamblea Nacional, señor Diosdado Cabello. Por tanto, es de recordar que, conforme a lo previsto en el Artículo 233 constitucional, parágrafo segundo, se establece que “Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo…antes de tomar posesión (que es el caso del Presidente Chávez), se procederá a una nueva elección directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente electo… se encargará de la Presidencia de la República el Presidente…de la Asamblea Nacional.” El Presidente Chávez se ajustó exactamente a las disposiciones constitucionales. Sin embargo --y de manera muy lamentable-- fue violado de manera flagrante lo establecido en el Artículo 328 de la vigente Constitución, que en su inicio reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad policía alguna”, pero hubo pronunciamientos esencialmente políticos, como supuesto respaldo al Presidente. Además, la fracción oficialista que participaba en la Asamblea Nacional, en vez de limitarse a considerar la solicitación de permiso para salir del país, desarrolló un vergonzoso debate cargado de señalamientos ofensivos hacia diputados opositores, así como a manifestaciones de carácter político que, una vez más, dejan mucho que desear al provenir de representantes de un pueblo que los eligió, no para que formaran una suerte de gallinero, sino para que se ocuparan de las urgentes necesidades y del progreso de la Nación en aras del Bien Común General. Es de destacarse que, en ese sentido, los venezolanos en general, no asumimos en ese momento, la responsabilidad que todos tenemos de buscar y velar por el bien de la Patria, que es el bien de todos. No actuamos con patriotismo verdadero en los actos comiciales, pues no superamos el temor que provino de amenazas; no actuamos sinceramente, sin atender ofertas de compras de conciencia que no son más que clásicas artimañas de quienes quieren hacer de Venezuela, no una bendita tierra de gracia de ciudadanos y democracia, sino una Nación de esclavos sometidos a la opresión de un régimen comunista y totalitario. La referida votación se realizó plena de violaciones constitucionales. Ante la ausencia del Presidente Electo, Hugo Chávez, el anterior mes de setiembre, se produjo una serie de actos violatorios de la Constitución. Entre ellos vale la pena destacar algunos hechos cumplidos: El Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no asumió lo dispuesto en la Constitución Nacional de acuerdo al segundo parágrafo del Artículo 233, el cual, en su parte final reza: “Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente (o la nueva Presidenta –sic), se encargará de la Presidencia de la República el Presidente (o Presidenta – sic) de la Asamblea Nacional.” En efecto, una serie de actos ilegales fueron realizados con apoyo del Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos la designación del entonces Canciller de la República, Nicolás Maduro, como Presidente interino “mientras no llegara el Presidente Electo”, siendo después, público y notorio que el Presidente Chávez había fallecido en La Habana el 30 de diciembre de 2012. Este hecho se ocultó hasta el mes de marzo de 2013. Para colmo de males que han llegado a afectar la vida de los ciudadanos de nuestra República, la elección del nuevo Presidente realizada en Abril del pasado 2013, fue un descarado fraude electoral (uno más entre tantos otros), que permitió el ascenso a la Presidencia de Venezuela al señor Maduro, apenas con una diferencia de poco más del 1% respecto al candidato opositor Capriles Radonsky. La evidente incapacidad del equipo de gobierno que se supone debe regir el destino y buen desarrollo de la República, se evidencia por la incapacidad que tiene ese gobierno para superar la extremadamente difícil situación de padecemos todos los venezolanos, ante el desastre económico que se vive y el descrédito universal que tiene este gobierno. En este mismo año, ya, deben celebrarse nuevas elecciones para la constitución de una nueva Asamblea Nacional. La repetición de fraudes electorales vividos permanentemente hasta el presente no puede ser tolerada más por los venezolanos. ¡Basta ya! Para garantizar la pureza del próximo acto electoral, es menester indispensable el establecer una serie de premisas a tal efecto. Entre ellas destaco las siguientes: 1º Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en máquinas. 2º Escrutinios públicos, con presencia de ciudadanos votantes en las mesas electorales. 3º Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales confiables. 4º Eliminación de capta-huellas. 5º Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga. 6º Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los diferentes partidos que compiten en las elecciones. Con estas medidas se puede contar con que la próxima elección no sea un fraude más. De manera lamentable, ninguna de esas indispensables referencias han sido consideradas, ni tomadas con fuerza, por parte de aquellos quienes eran los llamados a hacerlo. Estamos a una semana de ejercer el derecho y la responsabilidad de sufragar. Tenemos la responsabilidad de hacerlo y de velar, en la medida de lo que debe ser lo más necesario, para evitar todo tipo de fraude o de abuso en el acto al que vamos a concurrir. La actuación patriótica de todos los venezolanos, cuya mayoría es claramente muy amplia, nos impone a todos velar para salvar esta Patria querida.

sábado, noviembre 28, 2015

ALGUNAS REFLEXIONES

ALGUNAS REFLEXIONES Vivimos en una sociedad tan plural y diversa, víctima de un cambio de época y de una mutación antropológica. Sujetos a la dictadura del Relativismo y del Agnosticismo. Se ofertan productores religiosos, morales, que no son precisamente los mejores para la vida social, familiar, privada; ideas buenas, ideas contradictorias, ideas perversas sin que se excluyan intereses, sobre todo económicos. Es necesario, tal vez más que nunca, un fino discernimiento para percibir, distinguir y reconocer su voz: qué es lo que se anuncia y ofrece, y cuál es la oferta o contraoferta de Jesús. Einstein dijo una constatación que cada vez tiene espacios más amplios de aplicación: “Vivimos en un mundo con abundancia de medios bien definidos pero con confusión de fines”. Tenemos democracias libres, pero no todos se sienten en ella libres para opinar o ir sin peligro por la calle: ejemplo claro es, por desgracia, nuestra querida Venezuela. Vivir humanamente significa mucho más que comer hasta hartarse, que trabajar hasta no quedar tiempo libre, que gritar hasta enronquecer masificados sin saber exactamente por qué se grita. Jesús: Él saca a los suyos del anonimato de lo colectivo y de la impersonalidad de la masa guiada borreguilmente. La Iglesia pierde atractivo y fuerza cuando se insiste en reglamentaciones burocráticas, en mandatos y prohibiciones, pero gana aceptación y entusiasmo donde existen verdaderas comunidades, es decir, unidades en común, donde cada uno no es un mero agregado sino que se siente vinculado a los demás por el conocimiento de amor, apoyo y aspiración al mismo objetivo. La vida, ciertamente, es algo personal. Mi vida es tarea mía y sólo yo la puedo vivir. Nadie me puede sustituir. Pero si yo no amo, siempre faltará en el mundo ese amor. Si yo no creo, no gozo, no crezco... faltará para siempre esa creatividad, ese gozo o ese crecimiento. Esto significa también que no existe la vida en abstracto. Existimos los vivientes. Como tampoco existen en abstracto valores como el amor, la bondad, la justicia, sino encarnados en la vida concreta. La vida es, por otra parte, algo inacabado. Una tarea siempre por hacer. La vida es expansión, desarrollo, despliegue. Lo más terrible que puede decir alguien es que está «acabado». Cuando esto sucede, la vida se termina. Hay que mantener siempre el deseo de vivir creciendo. Pero, ¿a dónde se dirige nuestra vida? ¿Dónde termina definitivamente? ¿Dónde alcanza su verdadero cumplimiento? Apoyados en Cristo Buen Pastor, los cristianos creemos que la vida no termina en la extinción biológica sino que está llamada a trascender. La vida es mucho más que esta vida que conocemos ahora. Hemos nacido para una «vida eterna» que alcanza su plenitud en Dios que es el camino más estimulante y la esperanza más liberadora para enfrentarse a la vida. Es el camino ofrecido por nuestro Buen Pastor. Surgen a menudo congresos, asambleas, retiros que intentan dar una respuesta a nuestras preocupaciones de cristianos comprometidos, a lo que constituye el ser y la esencia del ser cristiano. ¿Cuál es la auténtica identidad cristiana? ¿Dónde está la barrera de lo cristiano y lo no cristiano? Un cristiano que se desengancha del Amor, de la fraternidad, está perdiendo preocupantemente su identidad cristiana. Muchas cosas a las que se llama hoy «amor» no son en realidad sino parodias que desintegran el verdadero amor. Erich Fromm, hablando del amor, esa palabra que llena tantas páginas en la vida del hombre, decía: «La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad occidental contemporánea». Nuestro estilo de amar debe tener como criterio y punto de referencia el modo de amar de Jesús…afirmar la vida, el crecimiento, la libertad y la felicidad de los demás. Sólo nos diferenciamos de los demás si amamos a los hermanos sirviéndoles, perdonándolos, dedicándoles nuestra atención y nuestro tiempo, comprendiéndolos en sus penas y alegrías, desterrando de nuestro estilo de ser y de actuar la soberbia y el menosprecio, el desdén y la prepotencia, la desconsideración y el olvido, el desamor y el egoísmo….El cristianismo no es una mera “religión del libro”, sino de una palabra viva que es persona hecha amor. Viejo es lo que, con el paso del tiempo, se deteriora y pierde valor; antiguo es aquello que, con el paso del tiempo, mejora y adquiere valor. El evangelista Juan, en un pasaje, escribe: «Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio... Y sin embargo os escribo un mandamiento nuevo» Lo de amar al prójimo «como a uno mismo» se había convertido en un mandamiento «viejo», esto es, débil y desgastado. Es en el cielo nuevo y en la nueva tierra, que los que construyen aquellos que han convertido el amor en señal y distintivo de su condición cristiana se realiza. Los cristianos somos llamados a transformar las relaciones humanas de la sociedad en la que vivimos con el ofrecimiento del amor sin límites. En la medida en que el amor se haga realidad en nosotros estaremos manifestando que el Señor habita en su Iglesia, y en el corazón de cada uno de sus fieles. Estamos tan acostumbrados a amar y servir según nuestra medida.. ¿es que nuestro amor sólo alcanza a los cercanos, a los del círculo de pertenencia y a los afines sociales o políticos? Poca vida hay en nuestras familias, trabajos, comunidades cristianas, organizaciones sociales o políticas, si no se acierta con las causas reales de quienes mal viven, mucho sufren, y nada o poco pueden elevarse a niveles de verdadero gozo. San Agustín definió la paz como esa tranquilidad que gratifica, cuando todas las cosas se encuentran en su sitio apropiado. La paz no es un signo que caracterice a nuestro tiempo. Para convencernos de ello es suficiente con hacer un recorrido por el mapa nacional o mundial. ¿Por qué no hay paz? ¿Por qué corre la pólvora y la sangre? ¿Por qué esas zonas del hambre y del subdesarrollo? Las relaciones humanas, la política, la ideología y la economía no pueden ser calificadas precisamente de pacíficas. Deseamos la paz pero no es fácil decir en qué consiste. Es, si, asegurar una vida digna y dichosa para todos. Con el corazón lleno de resentimiento, intolerancia y dogmatismo se puede movilizar a algunos sectores; desde actitudes de prepotencia, hostilidad y agresión se puede hacer política y propaganda electoral, pero no se puede aportar verdadera paz a la convivencia de las gentes.