Pedro G. Paúl Bello Weblog

miércoles, mayo 27, 2015

SÓMOS COMO SÓMOS, PERO ¿PORQUÉ? Pedro Paúl Bello. (www.paúlbello.blogspot.com) Arnold J. Toynbee escribió en su famosa obra titulada “Estudio de la Historia”, que las fuerzas que actúan operantes en las naciones, de unas u otras maneras, “no son inteligentes en su actividad parcial, a menos que se tenga una visión general de su actividad en toda la sociedad.” Además añadió que “Partes diferentes son afectadas diferentemente por una causa general idéntica, porque cada una de ellas reacciona, y cada una contribuye, en modo diferente, a las fuerzas que esta misma causa pone en movimiento.” Por esas razones, concluye sobre lo anteriormente escrito, afirmando que “una sociedad enfrenta en el curso de su vida, una serie de problemas que cada miembro ha de resolver por sí mismo, como mejor pueda.” De esa manera, pues, resulta que cada problema implica, para cada persona, el vivir o sufrir una prueba y que, siendo estas diferentes, los miembros de la sociedad van, de manera progresiva y con el paso del tiempo, a diferenciarse entre ellos. Como consecuencia de lo anteriormente expresado, no podían sino haber sido inevitables todos los conflictos y guerras vividos por la humanidad, desde sus más antiguos tiempos y sin interrupciones considerables. Lo que si se generó en los remotos tiempos, pero que permanece en el presente, es lo que en el idioma alemán se llamó la “völkerwanderung”, que, traducido al castellano significa “La migración de los pueblos.” No es fácil, a veces, saber por qué en nuestro país --y también en toda la América Latina-- la presencia de dictaduras y tiranías es una suerte de fenómenos que surgen, y con frecuencia, se han reproducido prácticamente en toda las Naciones de nuestra sub-región. Una anécdota vivida en mi temprana niñez, la refería con frecuencia a mis alumnos de las Universidades: en la casa de mis padres, donde frecuentemente se reunían personas amigas que hablaban temas de la política de aquel tiempo, tres años después de la muerte de Juan Vicente Gómez, y uno de los presentes en aquella tertulia, dijo algo que mucho me sorprendió: “hablen más bajo que las paredes oyen.” Cuando todos se fueron de la casa, pregunté a mi padre: “Papa, que es eso de que las paredes oyen.” Como apenas tenía entonces cinco años, mi Padre me respondió diciéndome: “hijo, no te preocupes, las paredes no oyen, pero eso viene de que en el tiempo pasado hubo gobiernos muy fuertes que espiaban a las personas para saber que decían de ellos. Cuando estudies nuestra historia lo vas a ver”. Así fue. El miedo es, en efecto un ingrediente de nuestra historia, derivado de la conquista y reforzado por las tiranías que vinieron después; es la tragedia de las tiranías que vinieron con los Monagas y después de ellos, con interrupciones por libertades que nunca han durado mucho tiempo. Sin embargo, después del brillante gobierno de López Contreras y el posterior de Medina Angarita, parecía que Venezuela entraba por el camino que conduce a vivir en verdadera democracia. Es indudable que la desafortunada pérdida de la razón, de quien estaba llamado a ser presidente de nuestro país, el Dr. Diógenes Escalante, determinara, no por su culpa, que de nuevo Venezuela estuviera en manos de otra dictadura más. Después de los gobiernos de Rómulo Betancourt, todavía no completamente deslastrado de su pensamiento comunista, y de Don Rómulo Gallegos, un nuevo golpe militar encabezado por Delgado Chalbaud, quien poco después fue asesinado y sustituido por un civil, Germán Suárez Flamerich, el cual cedió el paso a Marcos Pérez Jiménez, quien gobernó el país desde el 30 de noviembre de 1952 hasta el 23 de enero de 1958. El gobierno de Pérez Jiménez fue una dictadura, pero no se puede negar el inmenso crecimiento que significó para la Nación en general. A partir de diciembre de 1958, después de ser designado Presidente de la República. Rómulo Betancourt, ya completamente deslastrado de sus antecedentes comunistas. Gobierno difícil por los diversos intentados de golpe de estado que ocurrieron entonces, incluyendo el intento de asesinarlo urdido por el dictador de la República Dominicana, Rafael Trujillo. Después del mandato de Betancourt fue electo como Presidente el Dr. Raúl Leoni, cuyo gobierno fue muy serio y luego le sucedió en el poder el Dr. Rafael Caldera, eminente venezolano, cuyo reconocimiento pleno se hará hacia el 2050, cuando se entienda su obra. Después de Caldera y por la infortunada realidad que vivía el nuevo y brillante candidato presidencial, Lorenzo Fernández, subió al poder Carlos Andrés Pérez, desde cuyo gobierno se inició una progresiva y creciente decadencia, evidente en su comparación con los tres gobiernos anteriores. Entusiasmados por un falso crecimiento económico del país, muchos venezolanos se precipitaron en aventuras como viajes de compras, lo que provocó la llamada locura del “tá barato” y una progresiva mayor decadencia de nuestro signo monetario, así como pérdida del prestigio que significaba Venezuela entre las naciones latinoamericanas. Como colofón de final, en diciembre de 1998, un militar que había participado en el intento de golpe de estado, contra el Presidente Pérez en su segundo mandato, por decidía de la dirigencia política de entonces, permitió que fuera electo Hugo Chávez como presidente. Persona de innegable inteligencia, pero comprometida con los planes políticos de los Castro, gobernantes de Cuba, inició poco a poco un plan de destrucción de la democracia venezolana, para hacer en este país un inaceptable proyecto de un régimen comunista de gobierno. Fallecido Chávez, el país entró definitivamente en el caos y la anarquía que hoy vivimos. Esta tierra, con razón llamada de Gracia, comenzó a sufrir la etapa más dura de su historia, pese a todos sus antecedentes. Hoy es el reino mundial del crimen, del robo, del oprobio, para vergüenza de un pueblo, en su gran mayoría abierto y generoso. ¡Los tiempos de Dios son perfectos.!