Pedro G. Paúl Bello Weblog

jueves, noviembre 17, 2011

SOÑAR NO CUESTA NADA


SOBRE EL LLAMADO DEBATE.


Pedro Paúl Bello


Decía Arístides Calvani que la política "es el arte de hacer posible lo que es menester."

El Papa Pio XII, en uno de sus famosos “radiomensajes” expresó que "la política es la forma más excelsa de la caridad después de la religión."

De manera infortunada, desde tiempos muy anteriores a los de Maquiavelo, y no sólo por obra suya como se piensa, se ha entendido por política el arte de engañar, dominar y oprimir. En nuestra Patria, tan acontecida por obra de perversos hijos, han sido más los tiempos de ejercicio de esa tan falsa orientación que de lo deseable.

El pasado lunes en la noche, en medio de las tensiones y angustias que predominan en todo nuestro territorio, por obra y desgracia creadas de la que, históricamente, resulta la más proterva expresión negativa de la política, un respiro de esperanzado alivio ha debido salir de los pechos por trece años oprimidos de los venezolanos. Lo indica la frase, no hace mucho de nuevo resurgida a propósito de los triunfos de la Vino Tinto: ¡si se puede!

Sin embargo, la política no es una actividad fácil. Ocurre con ella, usando la conocida frase “lo que natura no da, Salamanca no presta” [quos natura non dat salmantica non praestat], que podríamos modificar cambiando natura por experiencia. En el caso que nos ocupa, no es que Diego Arria haya sido el mejor, sino que su mayor experiencia resaltó y se concretó en propuestas pertinentes en relación a las exigencias del presente.

En efecto, Arria inició, el mal llamado “debate”, con una propuesta muy concreta, que se presenta, ante los ojos del país, como condición indispensable para que las valiosas propuestas de los demás pre-candidatos puedan ser factibles: si no hay un tiempo dedicado a restablecer el Estado de derecho y el Orden Constitucional democrático en la Nación, no será posible realizar acciones que sean fructíferas para atender tantos requerimientos de las ingentes necesidades de los ciudadanos y de la República.

Ante la acertada propuesta de Diego Arria, si hay sensatez madura, todos los precandidatos, cuyo valer reconoce el país, podrían acogerla y unificar esfuerzos. Finalizado el período de dos a tres años, los próximos aspirantes a gobernar Venezuela encontrarán despejado el camino para constituir gobiernos que impulsen el tan deseado y necesitado desarrollo nacional que haga, del nuestro, un país de primer mundo y destierre, para siempre, la que –con sus excepciones-- llamara Don Mario Briceño Iragorry “superposición cronológica de procesos tribales” que sólo han significado atraso, dolor y ruina.

Todos los opositores a la presente tribu tendrían su lugar de participación y acción en ese período provisional de gobierno, sin que ello signifique cerrar puertas a otros. Lo deseable sería, de alcanzarse el necesario acuerdo, que se constituyera una Junta colegiada de gobierno, en la que participen los actuales cinco aspirantes y que todos aquellos cuyos nombres, con méritos de honestidad y experiencia, se presentaron y fueran también precandidatos, tuvieran espacios de acción a fin de aportar en la ingente tarea de reconstruir un país y una democracia que están realmente destruidos.

Si de tal manera Venezuela se une para ascender, habremos salvado la gesta libertaria iniciada por nuestros próceres el 19 de abril de 1810 y culminada provisionalmente entre marzo y julio de 1811, pero ahora en espera, no de una nueva guerra, sino de la instauración civilizada de una Nación digna y civilizada para siempre. La oportunidad histórica es ahora.

¡Si se puede! ¡Si que podemos!