Pedro G. Paúl Bello Weblog

miércoles, abril 28, 2010

¿CONGRESO DE COMUNAS?

Este material se fundamenta en varios documentos que he recibido y que me han conducido a considerar que, definitivamente, se acerca la hora cuando, queramos o no, habremos de tomar decisiones profundas respecto a la peligrosa situación que vive nuestro país. Estamos seriamente amenazados por un régimen comunista que, habilmente, se ha venido inoculando en todas las instituciones a lo largo de estos 11últimos años transcurridos desde aquel fatídico día de diciembre cuando los venezolanos -sin tener clara conciencia de sus actos- decidimos elegir a Chávez como presidente, sin saber que su "proyecto" consistía en establecer en Venezuela el comunismo que siempre nuestro pueblo había rechazado.Nuestro país está ante la inminencia de avances gubernamentales concebidos para instalar irreversiblemente, el régimen comunista de gobierno al peor estilo de la Unión Soviética o de Cuba.

ANTECEDENTES.

Desde hace algún tiempo, venezolanos serios y valerosos han estado alertando sobre la respuesta que daría el gobierno frente al evidente hecho de una apabullante derrota electoral en setiembre próximo, la que le despojaría del principal poder público para instalar el comunismo entre nosotros: la Asamblea Nacional. Todos sabemos perfectamente bien que, después del referendo inconstitucional que fue aceptado por los extintos Congreso Nacional y Corte Suprema de Justicia en 1999, el cual, insólitamente realizado sin tener un quorum mínimo de electores, alcanzó apenas una participación del orden del 30%. Todos los posteriores procesos electorales realizados en Venezuela estuvieron siempre signados por el fraude, cuyo "perfeccionamiento" se fue desarrollando de manera progresiva ante la ocurrencia de cada nueva elección.

En diciembre del 2005, cuando se presentó la ocasión constitucional de elegir la nueva Asamblea Nacional, actualmente en ejercicio de sus funciones, el país --es decir, la casi totalidad de los venezolanos electores-- decidió abstenerse de votar. Esa decisión, rechazada por todos los partidos políticos, fue IMPUESTA a éstos por el electorado, de manera que la mayoria de sus dirigentes opositores de entonces se vieron obligados a retirar sus partidos de la contienda comicial. La dirección política de la mayoria de los partidos manipuló grotescamente esta decisión de los venezolanos al achacarles la responsabilidad de haber facilitado que el gobierno chavista se hiciera de la totalidad de la Asamblea, sin participación alguna por parte de la oposición. "La culpa la tienen los abstencionistas" fue la consigna unánime de un dominante sector de pseudo oposición irresponsable, que entonces cuidaba más sus propios "espacios" --léase aspiraciones políticas y pecunarias-- que la salud de la Patria. La verdad era que el país todo (más del 90% de los electores) esperaba que los partidos desconocieran esa elección cuyos votos válidos apenas estuvieron en el orden del 5 o 6 por ciento y luchara para anular el írrito proceso. Pero esa reacción no tuvo lugar por carencia de voluntad y de coraje de tal sector de aquella dirigencia.

Desde entonces, los venezolanos hemos acudido, cual borregos, a procesos electorales cada vez más "perfeccionados" en sus procesos y mecanismos fraudulentos [fraudes manuales, electrónicos de todo tipo, REP alterado en el que, como en el presente, supuestamente votan personas que han superado los 110 años, votación múltiple de muchas personas "multiceduladas" que acudían a mesas electorales llamadas "express" ubicadas en áreas aisladas de Estados fronterizos de la República para votar repetidas veces cada una por las listas del gobierno, etc., etc]. Estas personas, eran siempre orientadas por una mayoria de funcionarios oficialistas obedientes sólo a la voluntad de su Jefe Único. No es una afirmación irresponsable y hecha en el vacío. Consúltense los numerosos análisis y documentos producidos por grupos de profesores y científicos de principales Universidades, los cuales demuestran incontestablemente el alcance de estos sistemáticos fraudes; consúltese también Esdata, que circula en las redes de Internet, que contiene mucha y muy veraz información al respecto.

SITUACIÓN ACTUAL.

Pese al descarado ventajismo y al sistemático recurso a fraudes que la mayoria de los partidos opositores ha ignorado deliberadamente, son tales el desprestigio del gobierno, la ruina general del país y el rechazo que incluso al interior del oficialismo genera su voluntad de comunizar al páis, así como la inquebrantable voluntad libertaria de los venezolanos de todo sector social y nivel económico, que el gobierno está muy consciente de que, si se produce una concurrencia masiva al acto electoral de setiembre, la magnitud de su derrota será apabullante e inocultable pese a todos los fraudes, trampas y artimañas que pueda utilizar este gobierno. Además, la más alta dirección oficialista teme que, ante la fraudulenta proclamación de su "victoria" la reacción popular pueda ser muy violenta, se altere radicalmente el orden público y el sector militar intervenga para obligarle --como ocurrió en diciembre de 2007-- a aceptar la derrota.

Por eso mismo, ante esa muy probable eventualidad, el gobierno --léase su Jefe-- parece que ha decidido el "suicidio" de la Asamblea Nacional, para dar paso a lo que vienen llamando "Congreso Comunal" cuyos integrantes son decididos por el dedo mágico del Jefe Único. Circula en Internet un reciente video que considero es de la mayor importancia, por cuanto el tema se planteó recientemente en el programa "La Hojilla", del canal del Estado, en un diálogo breve pero sustantivo entre el conductor de dicho programa y el diputado oficialista Carlos Escarrá, inidiscutido como lider constitucionalista del oficialismo. Obsérvese bien en el referido video cómo Carlos Escarra asiente y acepta lo que, no sin temorosas vacilaciones y con mucho cuidado, afirma el conductor de ese programa. El video termina ilustrándonos con el ejemplo, tomado al caso, de la cercenación de libertad constitucional de circular por el país y, aún entre municipios. Hecho que no sería inédito de Venezuela, pues es de otras realidades que, como la cubana, han sido sometidas al poder del demonio comunista.

La primera grande y fundamental respuesta democrática de los venezolanos ha de ser concurrir masivamente al acto electoral de setiembre, si este llegare a realizarse. Ese será el comienzo de nuestra recuperación democrática y de la reconquista de nuestras ahora conculcadas libertades.

martes, abril 06, 2010

PERO NO PREVALECERÁN

La guerra constante que a lo largo de sus más de dos siglos ha asediado todos los predios de la Iglesia instituida por Jesucristo la noche del Jueves Santo, con nuevas armas pero viejos argumentos, en estos tiempos se renueva en la irrenunciable aspiración de destruirla. No es, pues, nada nuevo. En su fundamental obra “Ortodoxia”, ese gigante físico, intelectual y moral del cristianismo, nacido el 29 de mayo de 1874 en Kensington, que fue Gilbert Keith (G.K.) Chesterton decía que, en tiempos cuando estaba descentrado y en afanosa búsqueda, le intrigaban mucho –por sus ambivalencias- las acusaciones que se hacían al cristianismo y a la Iglesia Católica y que la parecía inconsistentes, pues lo cristiano no podía ser, al mismo tiempo “la máscara negra de un mundo blanco y, también, la máscara blanca de un mundo negro”.

En efecto, Chesterton señalaba que grandes y muy viriles escépticos del siglo XIX, como Huxley y Bradlaugh, en una página de su Manual Agnóstico acusaban al cristianismo de ser un “algo tímido, monástico y poco viril”, pues pretendía que los hombres fuesen como ovejas pero, al pasar a la siguiente página, había encontrado que debía odiarlo y no porque no luchaba, “sino por su lucha excesiva”, por la que era “matriz de todas las guerras e inundaba el mundo de sangre”. De esta forma, Eduardo el Confesor resultaba culpable porque no quiso luchar, pero Ricardo Corazón de León lo era por ser feroz luchador. Los mismos quienes censuraban al cristianismo “por su blandura y no resistencia, también lo hacían por la violencia y valor de las Cruzadas”. Y observaba Chesterton cómo la misma contradicción pero con diferentes factores ha venido colmando la historia de la Iglesia Católica a lo largo de sus dos siglos de existencia. ¿Qué era -se preguntaba G.K.- ese cristianismo que siempre prohibía las guerras y siempre las producía? Nuestro autor se extiende al señalar numerosos ejemplos, como aquél en el que se afirmaba que había que “confiar en la ética de Epíteto porque la Ética nunca cambia”, pero se señalaba que “no se debía confiar en la ética de Bossuet pues la Ética había cambiado.” Tomemos, sin embargo, uno como último pues concierne al tema que hemos propuesto. Recuerda Chesterton que el grande y pero crimen del cristianismo era su ataque contra la familia pues, para unos escépticos, “arrastraba a las mujeres a la soledad y a la contemplación del claustro” y hacía que abandonaran la familia y la procreación, pero para otros “avanzados” el crimen era que, obligadas al matrimonio condenaba a las mujeres a la esclavitud de la casa, los hijos y la familia.

En estos tiempos presentes, los escépticos de la actualidad han logrado descubrir el nuevo crimen de la Iglesia: ¡el celibato! Hay que decir como Arquímedes ¡Eureka! No sabíamos los mortales ignaros que los aspirantes a seguir el sacerdocio eran secuestrados (¿Por quienes? ¿Acaso los curas?) en oscuridades de calles de lejanos pueblos; ingenuamente pensábamos que, los aspirantes a consagrarse al servicio de Cristo, entraban a los seminarios según sus propias razón y voluntades. Entonces, por supuesto, la solución será ¡suprimir el celibato por ser el culpable de la pederastia!
¡Magnífico!

Lo que no tomaron en cuenta es la contundencia de las estadísticas. Hay mucha circulando por Internet. Dichas estadísticas demuestran: a) Que entre las confesiones religiosas, aquella que teniendo pederastas, es la Católica la Iglesia que registra el menor número. Las que mayor número de casos presentan, no tienen el celibato. Eso no es para celebrarlo. Todo lo contrario; b) que el mayor número de casos de pederastia no se presenta en ninguna confesión religiosa, sino en las familias.

El problema no es el celibato, ni la fe que siga una determinada Iglesia. El problema es la formidable crisis de valores; el relativismo según el cual cada persona se rige por su verdad, pues no hay verdades universales; no hay conciencia verdadera sino voluntarismo absoluto; el problema es el egocentrismo sin límites; el problema es la voluntad de dominio que se sobrepone a la voluntad de amor; el problema es el inagotable apetito de más tener y el absoluto olvido del más ser; el problema es la total ausencia de trascendencia de la vida humana que, irremediablemente, ha de enfrentar la realidad de la muerte; el problema es el vacío existencial de la persona humana que se ha auto designado como alfa y omega de la Creación.