Pedro G. Paúl Bello Weblog

miércoles, junio 28, 2006

TEMPUS FUGIT

PRIMER AVISO

El tiempo pasa y ¡cómo! , a veces, duele. Lo declarado por SÚMATE, ayer, se me antoja cual avisos que toreros, poco hábiles en el arte del estoque, reciben en ruedos por los que se aventuran: Justo, preciso y severo, el aviso de SÚMATE recuerda a quienes hacen oposición y a quienes a ello juegan, que apenas a cinco meses habría de haber, no sólo elecciones presidenciales en Venezuela, sino el abrirse para ésta del digno destino que merece.

A despecho de silvestres críticas, la organización que dirigen María Corina Machado y Alejandro Plaz, probó, una vez más, su alto grado de seriedad, independencia y valor. A requerimiento de sectores políticos, SÚMATE había asumido el compromiso de organizar elecciones primarias para escoger al candidato de la oposición, mediante participación de todos los venezolanos. Fijada fecha, SÚMATE advirtió la necesidad de que los precandidatos y sectores que los apoyan llegaren a indispensables acuerdos unitarios para su realización. Vencida la fecha sin tales acuerdos, lo profesional y lo serio era hacer la advertencia que ayer se hizo pública. Ésta no fue un malcriado "me salgo del juego", sino la afirmación de la imposibilidad de realizar el evento en fecha previamente convenida.

EL TEMA DE LAS PRIMARIAS.

Cosa diferente es el tema de la elección en primarias que, supuestamente aceptada por todos o, al menos, por la gran mayoría, parece, al tenor de las opiniones que, ahora, uno lee o escucha, ser mayoría la de quienes dudaban de sus cualidades benéficas.

Antes de las elecciones parlamentarias de diciembre pasado, asistí a reuniones propiciadas por un distinguido grupo de compatriotas, a quienes acompañé en la idea de resolver, mediante primarias, el problema de la designación de un candidato presidencial único de oposición. No obstante, ante opiniones para realizarlas entonces, manifesté que me parecía prematuro hacerlo antes de marzo de este año.

El paso del tiempo, el vencimiento de plazos legales establecidos y la evidente falta de entendimiento en sectores de la oposición, me hicieron convencer de que sería muy difícil la realización de las primarias. Por lo demás, la actitud recalcitrante del gobierno al designar un CNE más títere que el anterior; en insistir en no cambiar las condiciones que rigieron los pasados procesos electorales; en reintroducir elementos que como las llamadas "caza-huellas" y los cuadernos electrónicos habían sido retirados por el anterior CNE para las elecciones parlamentarias; la intransigente actitud del CNE respecto a la auditoría del REP propuesta por tres de las Universidades más reconocidas del país y la maniobra política de confiar ese trabajo a instituciones totalmente controladas por el gobierno; etc., me confirmaron en certeza que ya tenía sobre la imposibilidad de que un gobierno totalitario realice comicios libres y transparentes.

Por eso insistí en varios artículos pasados por las redes vituales (ver blog) en que, más que de un candidato presidencial, lo que la oposición requiere es un "conductor", suerte de "ariete" que, apoyado por el pueblo opositor, irrumpa en la fortaleza de represión y terror en la que se ha atrincherado el gobierno, para imponérsele y obligarle a ir a comicios atenidos a la ley, limpios y confiables.

A estas alturas del tiempo transcurrido y con las actitudes que de escalada represiva va asumiendo el régimen, el mecanismo más adecuado, para la escogencia de ese conductor, me parece ser el del consenso entre los propios precandidatos a serlo. La propuesta es muy sencilla: que se reunan todos en torno a una mesa y, en sus reuniones, expongan sus ideas para reconquistar la democracia en Venezuela en lo inmediato, y para mantenerla y profundizarla en el corto y mediano tiempo.

Los integrantes de esa suerte de "cónclave" político van a darse cuenta, muy rápidamente, sobre quien o quienes muestran los rasgos del perfil personal adecuado para las exigencias de las realidades de estos tiempos difíciles que nuestra Patria está viviendo y va a vivir luego.

Y todos, con desprendimiento, patriotismo, generosidad y valentía, iluminados ciertamente por la Divina Providencia, sabrán dar respuesta positiva y sin exlusiones de ningún tipo, a las justas esperanzas de todo el pueblo venezolano.

miércoles, junio 14, 2006

EL ARIETE

En el último artículo que envié a los amigos de las redes de Internet, introduje este párrafo:

“...la oposición venezolana no requiere de un candidato sino de un conductor, de un piloto que sea capaz de tomar en mano el gobernalle de Venezuela y llevarnos a todos a buen puerto. Lo que necesitamos es un ariete, fuerte y capaz como para derribar la puerta de la fortaleza y permitir su toma. Ese piloto-ariete puede ser o puede no ser el próximo presidente.”

Si entendemos y aceptamos esa idea, mucho podemos avanzar en el tortuoso y confuso camino que se presenta frente a nosotros, venezolanos que queremos vivir en democracia.

El ariete-conductor debe tener características personales muy particulares pues deben corresponder a las exigencias de la realidad que habrá de enfrentar: estamos bajo un régimen de fuerte vocación totalitaria que tiene ya más de siete años en el poder, durante los cuales no ha hecho otra cosa que preparar su consolidación definitiva, de acuerdo a un “proyecto” establecido sobre bases políticas y geopolíticas de comprehensión mundial. Este régimen nunca va a entregar el poder por vía electoral, pacífica y constitucional. Por tanto, no se va a contar electoralmente, es decir, mediante elecciones ajustadas a la Ley, limpias y transparentes.

El ariete-conductor debe, como permanente y fundamental tarea, orientar al pueblo opositor en el cumplimiento de acciones cuyo propósito es obligar al régimen a realizar esas elecciones con las condiciones que garanticen su legalidad y pureza. Ello define una personalidad fuerte y no débil; firme en sus objetivos y no conciliadora en menoscabo de éstos; valiente y no cobarde o pusilánime (“falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes”, según RAC) ni timorata; arriesgada y no atenida a cálculos realizados en función de objetivos personales, corporativos o de grupos de cualesquiera índole que sean; experimentada y no improvisada ni primeriza o novata en compromisos como los que debe afrontar; desprendida y generosa y no egoísta; madura y no ingénua ni infantil.

El ariete-conductor debe conocer al enemigo (porque en nuestro caso no tenemos un adversario, sino éso) y ser capaz de descifrar sus planes, estrategias, actitudes y conductas. Conocer sus alianzas internas y externas y anticipar sus reacciones. Debe conducir al pueblo opositor en el propósito de obligar al régimen a aceptar sus exigencias electorales o a entregar el gobierno. Es menester, como lo señalara hace tiempo Carlos Blanco, en la oportunidad del Referendo Revocatorio, no hacer las elecciones para derrotar a Chávez, sino derrotar a Chávez para hacer las elecciones. Alcanzada esta meta, el ariete-conductor podría ser candidato a presidir el país si el pueblo venezolano, reconciliado y unido, así lo dispone.

Con vista en esto último, fuere o no candidato, debe, además, ser capaz de constituir, coordinar y dirigir un equipo seleccionado entre venezolanos del más alto nivel de calificación, conocimientos, experiencias y honestidad para, con éste, diseñar un plan concreto y no utópico para garantizar la gobernabilidad de Venezuela y atender las más acuciantes urgencias de la población y del Estado.

Finalmente, en lo que respecta al método para designar a este ariete-conductor (y haciendo la salvedad de que tenemos que acostumbrarnos a una cultura del disenso, en la que la opinión personal discrepante sea aceptada como algo normal y no como algo censurable), a mi manera de ver, es bueno cualquier método honestamente utilizado. A fines del pasado año acogí con entusiasmo la idea de las primarias y participé en reuniones realizadas en ese sentido. Para aquel momento, anterior a las elecciones parlamentarias, juzgué prematuros los movimientos que se iniciaban. En el presente pienso que se ha dejado pasar mucho tiempo y temo que no haya lugar ya para realizar ese proceso de escogencia. Confío en la sinceridad y honestidad de todas las personas que han sido presentadas o se han presentado como posibles candidatos y, por tanto, pienso que del seno de ese grupo, reunido con espíritu patriótico y generoso, debe brotar la decisión de escoger uno entre ellos que todos acepten como el más indicado dentro de las particularidades y exigencias antes señaladas, que son propias de la actual situación del país: celebrar una suerte de “cónclave” entre todos ellos que, seguramente no dejará de contar con la indispensable asistencia del Espíritu Santo.