Pedro G. Paúl Bello Weblog

lunes, julio 06, 2015

DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA DOS SIGLOS y CUATRO AÑOS. Pedro Paúl Bello. (paulbello.blogspot.com) En esta fecha de hoy, domingo 5 de julio, los venezolanos celebramos el hecho histórico fundamental de nuestra Patria: la Declaración de su Independencia sancionada por el Congreso que, en esa misma fecha de 1811, decidió que Venezuela fuese definitivamente libre de la madre patria española y de toda otra nación o potestad. Han transcurrido, desde esa histórica fecha, dos siglos y cuatro años. Para lograr de hecho la deseada y convenida Independencia transcurrieron 19 años, que incluyeron la batalla final de Carabobo y la separación de la Nueva Granada o Gran Colombia que concibió el Libertador Simón Bolívar. En efecto, fue en 1830 cuando Venezuela se constituyó la República de Venezuela, cuyo primer Presidente fue el General José Antonio Páez. El 22 de setiembre de 1830, el Congreso Constituyente que se había reunido en Valencia el 6 de mayo de ese mismo año, bajo la Presidencia del Licenciado Miguel Peña, aprobó la Constitución del Estado de Venezuela y el General Páez, que fue encargado del Poder Ejecutivo por una Asamblea Popular reunida en Caracas en noviembre de 1829, asumió la Presidencia de la República el 24 de marzo de 1831, hasta el 9 de febrero de 1835. Se inició la llamada “Oligarquía Conservadora.” Páez fue sustituido en esa fecha por el Dr. José María Vargas quien, derrocado por un intento de golpe de estado encabezado por Pedro Carujo, Mariño y Julián Castro, aunque recuperó el poder apoyado por Páez, renunció al mismo el 24 de abril de 1836. Luego fue la presidencia del Gral. Soublette el 11 de abril de hasta el 1º de febrero de 1839 y después Páez, en su segundo gobierno hasta el 28 de enero de 1843 y de nuevo Soublette, desde entonces hasta el 20 de enero de 1843, cuando asumió la presidencia el Gral. José Tadeo Monagas. Terminó entonces un gobierno serio y honesto y se inició otro que entonces llamaron “Hegemonía de la Oligarquía Liberal” que fue atropellador y nada honesto, cuyo mal ejemplo se integró a la política venezolana y, con las excepciones del caso, relativamente pocas en comparación con las anteriores, fueron el funesto ejemplo que incitó a desarrollar ese mal, el cual se extendió a lo largo de nuestra accidentada historia, para culminar en lo que hoy día presenciamos los venezolanos, con ojos aterrados y gran angustia del espíritu. En efecto, fue de José Tadeo Monagas aquella cínica frase según la cual “la Constitución sirve para todo”, y ese servir lo aplicó él mismo cuando, al atropellar al Congreso, perecieron cuatro senadores, mientras Fermín Toro proclamaba “mi cuerpo podrán llevarlo, pero díganle al Gral Monagas que Fermín Toro no se prostituye.” Desde entonces se instaló en nuestro país el vicio extendido del peculado y otros delitos más recientes, como el tráfico de drogas, el lavado de dinero, el atropello y las prisiones injustas para los oponentes a regímenes corruptos, hechos estos que tal vez derivaron, en primer lugar del conflicto mismo de la guerra de independencia, y en segundo lugar, tal vez, de la generosidad del Libertador quien entregó a muchos de los militares victoriosos en la guerra libertaria --pero no todos-- las tierras dejadas libres por los españoles una vez que éstos fueron derrotados. Fue esa distribución de tierras factor importante que impulsó el desarrollo de un caudillismo, por el cual los caudillos se hicieron señores dueños de sus dominios, lo que estableció una forma sui-genere de gobiernos locales, de rasgos feudales en casi toda las extensiones de los llamados Estados de la reciente República, aunque ese fenómeno de “neo-feudalismo” se extendió en casi toda la Sud América Latina. Sin duda la figura más resaltante del poder político en el siglo XVIII fue Antonio Guzmán Blanco, quien ocupó la Presidencia de la República entre 1870 hasta 1888, con interrupciones en el periodo de 1877 a 1879, de 1884 a 1886, terminando definitivamente sus mandatos en Venezuela ese mismo año 1886, con la excepción de los mandatos de Páez del 24 de marzo de 1831 hasta el 9 de febrero de 1835 y desde el 1º de febrero de 1839 hasta el 28 de enero de 1843. Luego de los conflictos políticos posteriores a la salida de los Monagas del poder, así como de Pedro Gual y Manuel Felipe de Tovar y de nuevo por Gual, con períodos muy breves, Páez de nuevo y como dictador, asumió la presidencia el 10 de setiembre de 1861, en tiempos de la Guerra Federal. El gobierno de Páez se había debilitado por problemas económicos derivados de la guerra, mientras los federalistas ganaban guerras como la de la batalla de Santa Inés en Barinas el 10 de diciembre y en Copié en Cojedes y la de Buchivacoa el 27 de diciembre de 1862. Finalmente Guzmán Blanco, designado por Falcón como jefe de los ejércitos, se acercó a Caracas, lo que provocó que Páez aceptara llegar a un acuerdo que se verificó con el llamado “Tratado de Coche” con el que se reconocía la victoria y la derrota de Páez. Para entender el fruto absurdo de esta guerra interesa la opinión de Domingo Alberto Rangel para alertar sobre los riesgos que, hoy y en corto futuro podemos todos los venezolanos en nuestra actual crisis: “Sobre las tierras abandonadas por los oligarcas fugitivos…cayeron los caciques del bando vencedor. El país iracundo, el bachiller sin horizontes, el deudor fallido, la turba de hombres que fue a los campamentos federales salió de la guerra luciendo las charreteras del rango militar y el prestigio de la bravura. Generales y Coroneles eran los títulos que iban a ostentar quienes habían sido hombres del pueblo. La victoria los convirtió en amos de regiones enteras del país. En un régimen distinto, de efectiva capacidad creadora, hubieran sido los Emilianos Zapata de una reivindicación popular. La Federación ya estaba falsificada desde Coche. Y el país hecho general por la gloria de un combate no deseó ser el brazo ejecutor, en el gobierno, de la voluntad de justicia de las masas. Prefirió despojar a los oligarcas sustituyéndoles en el vértice de la absurda estructura social de la época. Una nueva capa de terratenientes afloró a la dirección de la economía agraria del país.” La nueva parte de nuestra historia política de entonces iba a registrar el continuo sucederse de gobernantes, cuyo pasar acelerado apenas detenía el llegar de los grandes, en caso inmediato y de manera particular, de Antonio Guzmán Blanco, cuya larga posesión del poder rompería la también larga sucesión de caudillos, aunque entre ellos había próceres de prestigio bautizados en las aguas sacralizadas de nuestra Independencia. Qué el presente nos haga recordar ese pasado tormentoso y funesto y nos enseñe, a todos de todos los colores, para volver verdad de ser Venezuela una Bendita tierra de gracia.