A veces pienso que escribir libros o artículos es perder el tiempo. Lo hago cuando constato que muchas personas, supuestas lectoras, o no leen en absoluto, o no creen lo que leen o, simplemente quieren probar si lo que afirma quien escribe es verdadero o válido.
Esta reflexión, que no es nueva, viene a propósito del diálogo famoso de la semana pasada, cuya fama --perecedera como toda fama-- se esfumó apenas el señor usurpador se permitió hablar pístoladas, tan insulsas como el señor Insulsa, durante más de una hora. No me queda duda --cada vez más reforzada-- de que el difunto eterno lo designó así pensando "que se ... los venezolanos." Porque él sabía y muy bien conocía cuales eran sus incapacidades, y allí lo puso para ira de aquel que una vez llamó "ojitos lindos"...
Pero la referencia primera sobre autores y lectores, antes del hecho, tiene que ver sobre los anuncios diversos publicados por los primeros, la mayoría de los cuales contenían una carga de escepticismo al respecto, que era para ser considerada con mucha seriedad. Pero no fue así: el viernes leímos todos, en la escasa prensa que nos queda, la gran emoción de autores de buenos artículos que decían y consideraban como exitoso al diálogo, en particular, porque nuestros opositores que asistieron al mismo le habían colgado los nueve ceros --para expresarlo en términos beisboleros-- a los malándros del equipo gubernamental. Y eso es verdad. Por ello me refocilé yo también.
Pero la pregunta de fondo es: ¿sirvió o no sirvió el dicho diálogo para algo?
La respuesta es: para que ayer sábado, masacraron, los esbirros de las guardias como se llamen y los colectivos, a miles de jóvenes que, protestando, ocuparon calles en casi todas las ciudades de Venezuela.
El llamado diálogo fue, sola y únicamente, una pantomina, esto es, algo que no se cree ni se siente, solo montada para engañar a propios y extraños, presentando falsas ilusiones de cambios políticos y aperturas económicas, jamás ocurridas en estos más de quince años de caída vertical, de fraudes electorales continuos, de robos y atrocidades cometidas por funcionarios y agentes comprados por el régimen; en fin, de vergonzosa ocupación del país por efectivos militares de Cuba, así como instituciones de todo tipo, mientras los enfermos venezolanos mueren en hospitales desiertos de instrumentos para salvar vidas y recuperar la salud.
Pero, como dice el refranero criollo, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Así es. Sólo que en vez de cien, la salvación está en nuestras narices.
Que sea esa la Voluntad Divina.
Pedro Paúl Bello
viernes, mayo 16, 2014
miércoles, mayo 07, 2014
LA JUVENTUD HERÓICA DE VENEZUELA.
Pedro Paúl Bello
(www.paulbello.blogspot.com
Si algo caracteriza nuestra historia libertaria y republicana, ello es
el valor y el coraje que, desde los primeros tiempos de la
constitución de Venezuela como Nación libre, han demostrado los
jóvenes de esta bendita tierra de gracia.
Desde tiempos, ya largos para venezolanos como yo, aprendimos todos en
las aulas de la primaria escolar, a conocer y admirar aquel 2 de
febrero de 1814 cuando un puñado de 85 jóvenes, que se formaban en el
Seminario de Santa Rosa de Caracas, convocados por José Félix Ribas,
salieron para la hoy ciudad de La Victoria a combatir las muy
superiores fuerzas de Boves que comandaba Morales. Al aparecer el sol
se inició un combate que iba a durar hasta el atardecer para culminar,
luego de la llegada de tropas al mando de Campo Elias, con la derrota
del ejército realista que hubo de batirse en retirada.
La arenga inflamatoria del coraje de aquellos heroicos jóvenes,
proclamada por Ribas antes de iniciarse la lucha, como lo recogiera
Eduardo Blanco en su Venezuela Heroica, rezaba: “Lo que tanto hemos
deseado se realizará hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el
ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso para
disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de
vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria;
mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que será memorable,
ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva
la República!.”
La Batalla de la Victoria inició una tradición que habría de
prolongarse hasta estos duros y penosos días que padece nuestra
Patria. Lo que hacen los jóvenes de hoy no es otra cosa sino el
corresponder, una vez más en nuestra accidenta historia, al ejemplo de
valor y coraje que iniciaron los jóvenes héroes de La Victoria: Cada
vez que un tirano usurpó el poder de esta República gloriosa, la
juventud ha sido la primera en insurgir valerosamente y sin
impetrarse: así fue contra tiranías como las de José Tadeo Monagas,
Guzmán Blanco, Joaquín Crespo, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y
la más reciente de Marcos Pérez Jiménez. En el presente, les ha
llegado el momento para hacerlo ante esta dictadura totalitaria que,
sin dudas, puede ser la peor de todas las vividas, está vez
caracterizada por la insólita condición de ser “conducida” por una
persona que ni siquiera puede demostrar, al menos, el ser venezolano
y, peor aún, apoyada y respaldada por el extranjero que, como lo dijo,
en su tiempo, el tirano Cipriano Castro: “ha osado ollar el sagrado
suelo de la Patria.”
Esta dictadura totalitaria, si bien es obra de Hugo Chávez, éste tuvo
la astucia y la inteligencia de saber disimularla y de retroceder
cuando se percataba que había avanzado demasiado. Pero ni su formal
sucesor, por el mismo Chávez designado, y ni si quisiera uno al menos
de cuantos conforman la cúpula del desgobierno que tenemos, tiene al
menos una micra de la astucia y visión política de aquél que llaman
“comandante eterno”.
Los jóvenes, hombres y mujeres que alimentan las esperanzas de todos
los venezolanos; que han sabido demostrar ejemplarmente aquello de
vencer o morir, nos han demostrado, a todos los venezolanos, aquello
que en uno de sus hermosos poemas dijera Andrés Bello: “naturaleza da
una sola Madre y una Patria sola”, y que, por tanto, esa Patria sola
hay que defenderla con todas las fuerzas de nuestros espíritus, aunque
en ello nos vaya la vida.
Amigos, lo que tanto deseamos que se realice será un hecho pronto.
¡Viva la Juventud Venezolana! ¡Viva por siempre Venezuela!