Pedro G. Paúl Bello Weblog

jueves, diciembre 28, 2006

RCTV

“¡Vivir libre o vivir muerto! Porque es vida la muerte cuando se la encuentra en el camino del deber, mientras es muerte la vida cuando, para proseguir sobre la faz semi-histórica de los pueblos esclavizados, se ha renunciado al derecho a la integridad personal

MARIO BRICEÑO IRAGORRY (Obras Selectas. El Caballo de Ledesma . Pg. 387).


Hoy, 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, el régimen -nada inocente, por cierto- que, amparado en el silencio cómplice de sus oponentes, parece haber creído su propio cuento de haber ganado las elecciones del pasado 3 de diciembre, por boca de la suprema y autoridad única de su gobierno, amenazó dar un nuevo zarpazo a la democracia venezolana esta vez violando derechos legítimos tanto del canal de televisión Radio Caracas TV, como de todos los venezolanos quienes constitucionalmente tenemos el derecho de informar y de ser informados.

Este nuevo episodio del histrionismo oficial en nada sorprende al pueblo venezolano todo, plenamente consciente de que la intención gubernamental es la de someternos a un sistema totalitario de las mismas características de la tiranía que por 48 años sojuzga al noble pueblo cubano.

A pesar de controlar férreamente todos los Poderes Públicos, la inseguridad de su posición jurídica hace que, en este caso, el régimen invoque la posible convocatoria a un referendo -supongo que consultivo- para ver si las mismas artimañas que ha utilizado, y tan buenos resultado les han dado en la casi totalidad de los procesos electorales celebrados a partir de 1999, le permitirán nuevamente el salirse con la suya y seguir “tan campante”. Juego peligroso éste, pues el venezolano es un pueblo bravío que está harto de los engaños y abusos que ha venido padeciendo desde hace 8 años. Le recomiendo no se fie en el silencio cómplice que escucha, porque, de nuevo en palabras de Briceño Iragorry, “No se puede callar por prudencia ni en momentos de desarmonía social, cuando la palabra adquiere virtud de temeridad”.

Tampoco se confie en el apoyo circunstancial de los oportunistas de siempre, que nunca dejan de estar pendientes de las debilidades de sus aprovechados y cambian cual veletas al modificarse los vientos. Son, en efecto, con el mismo Don Mario, “Doctores del disimulo, con un pié en todas las causas, prestos siempre a pactar con quienes garanticen mayores oportunidades a sus ansias de permanencia en el disfrute de los réditos”.

¡Buen provecho!

"Las revoluciones comienzan por la palabra
y concluyen por la espada".

JEAN PAUL MARAT



En nuestra Venezuela, el siempre indefinido tema de derechas e izquierdas jamás ha tenido asiento sólido en la realidad de la Nación. Ambos vocablos carecen de real sentido y –como lo expresó Don Mario Briceño Iragorry- "A nosotros nos corresponde remover piedras y estorbos y contra los vocablos megalíticos hemos de lanzar agudas y cortantes voces que los destruyan" [1].

Es tan vacía de contenido esta nomenclatura que se aplicó a las posiciones políticas, como trivial lo fue su origen relacionado con la posición que ocupaban los grupos políticos antagónicos en la Asamblea de la Convención en la Francia revolucionaria del siglo XVIII.

En efecto, los jacobinos eran llamados también montañeses en razón de ocupar la parte más alta de la tribuna izquierda de la Asamblea, mientras que sus indeclinables adversarios, los girondinos, lo hacían en la parte derecha. Como los jacobinos eran los más radicales de aquel proceso, mientras que los girondinos eran moderados, desde aquellos tiempos se acuñó la idea según la cual "izquierda" representaría, en política, la avanzada social mientras que "derecha" designaría la opción conservadora.

Hoy en día y en todo el mundo, por la amplia gama de matices que caracteriza al espectro de los grupos políticos, se hace aún más difícil que en tiempos pasados el definir lo que quiere decir ser de derecha o de izquierda.

De esta manera, como parece muy cuesta arriba el tratar de erradicar tan absurda distinción, lo mejor es que, cada cual, procure aclarar su personal postura ante la multitud de alternativas que, en cada actitud, propia o impropiamente política, tienen estos vocablos que encontramos constante y simultáneamente presentes.

En tal sentido, me permito aclarar, en lo que a mi respecta, que:

-Si derecha significa ser católico, apostólico y romano, soy de derechas.

-Si, también en lo religioso, derecha significa adherir y profesar lo que contiene y significa el Credo de Nicea-Constantinopla, soy de derechas.

-Si derecha significa defender la eminente dignidad de la persona humana y sostener que ésta ha sido creada libre, a imagen y semejanza de su Creador y con un inmenso y casi desconocido potencial que debe poner en acto durante su vida, soy de derechas.

-Si derecha es sostener la primacía del Bien Común General sobre los Bienes Comunes Particulares propios de las Sociedades Intermedias y, también, sobre el Bien Personal Inmanente a la relación de la persona con la Sociedad en tanto en cuanto aquélla es parte o miembro de ésta, entonces soy derechista.

-Si derecha quiere decir el sostener que hay un Bien Personal Trascendente por el que la persona, al relacionarse con valores absolutos, escapa de toda relación y, más aún, de sujección a dictados de la Sociedad General o de las Sociedades Intermedias, pues se trata de relaciones de otro orden que escapan al orden societario (como la fe religiosa, los valores, las ideas filosóficas o políticas, las apreciaciones estéticas, etc.), entonces soy derechista.

-Si derecha es pensar que la política está sujeta y subordinada a la ética y orientada por la verdad como valor fundamental de su quehacer, entonces soy derechista.

-Si derecha es rechazar la mentira, la calumnia y el odio como instrumentos de la acción política, entonces soy derechista.

-Si derecha es oponerse con todas las fuerzas disponibles a cualquier tipo de totalitarismo que se entronice o pretenda hacerlo en la Sociedad, por supuesto, soy derechista.

-Si derecha es combatir a fondo la expresión totalitaria que es base del marxismo-leninismo y de todas sus variantes de aplicación real, sean socialistas o comunistas, entonces soy derechista.

-Si derecha es rechazar toda forma de fascismo en la Sociedad, soy derechista.

-Si derecha es radical desacuerdo con diferentes formas populistas o neo-populistas, que se expresan en América latina, fundadas en la demagogia, el paternalismo estatal y la manipulación de las masas y con abuso de las grandes necesidades de los pueblos, entonces soy derechista.

-Si derecha es defender la propiedad privada y aspirar a que se realice la restauración de la propiedad para todos los habitantes del país, especialmente los desamparados, marginados o excluidos, luego soy derechista.

-Si derecha es pretender que se desate una verdadera lucha, sin tregua y a fondo contra la pobreza y la exclusión, soy decididamente de derechas.

-Si es de derecha el aspirar que la Sociedad funcione y que en ella prevalezca el orden y se respeten los valores fundamentales de la conviviencia, pues soy derechista.

-Si derecha quiere decir pensar que, normalmente, es a través del libre mercado como se resuelve el conflicto económico de la distribución de bienes, a condición de que ese mercado sea transparente, con plena información y posibilidades de movilización para todos los factores que en él intervienen, luego soy derechista.

-Si derecha es sostener que la familia es la célula fundamental sobre la cual se erige toda Sociedad bien ordenada, luego soy derechista.

-Si derecha es defender el derecho natural de la familia a educar sus hijos conforme a lo que considere conveniente para ellos, soy derechista.

-Si derecha es creer que la Iglesia Católica y demás Iglesias tienen derecho a establecer instituciones educacionales y a impartir en ellas sus credos, según la voluntad de los padres o responsables de los alumnos, luego soy derechista.

-Si derecha es aceptar que al Estado, parte de la Sociedad Política responsable de la gestión y alcance del Bien Común General, le corresponde un papel subsidiario o supletorio en asuntos relativos a la educación y al funcionamiento libre del mercado, obviamente soy de derechas.

-Si derecha es defender al sistema político democrático, por entender que, siendo imperfecto, es siempre perfectible y que es el sistema que mejor favorece el desarrollo del potencial espiritual y material de cada una de las personas que son sus miembros, por supuesto que soy de derechas.

-Si derecha es sostener que no bastan las declaraciones teóricas de derechos de la persona humana, de libertad, de igualdad y de justicia para que una Sociedad sea auténticamente democrática, porque la libertad significa libre albedrío o libertad interior, que es un don del Creador y dato de la esencia misma de la condición humana de persona, y que esta libertad de la que nunca puede ser despojado el ser humano debe ser ejercida, en el seno de la Sociedad, para ampliar y conquistar mayor horizonte para el ejercicio de la otra libertad, que es la libertad de independencia o libertad política, a fin de que cada persona tenga espacios más anchos para ejercer su libertad interior, al tiempo que se entiende que la igualdad entre las personas es sólo igualdad en esencia, pero que, existencialmente, todos los seres humanos son radicalmente desiguales y únicos en el Cosmos y por los siglos de los siglos, por lo que esta desigualdad radical implica que a cada hombre, situado en su tiempo y espacio, le corresponda el derecho inalienable de desarrollar su potencial personal según su propia naturaleza individual, y que la síntesis de igualdad esencial y desigualdad existencial funda la necesidad de que la Sociedad democrática establezca posibilidades de desarrollo personal para sus miembros según sus diferencias particulares, o igualdad de proporción o de posibilidades, para que cada persona pueda desarrollarse no de manera uniforme sino diferenciada conforme a su particular y distinta naturaleza, entonces, no cabe dudas, soy derechista.

-Si es derecha defender que el trabajo de todo ser humano tiene la misma dignidad que el de sus semejantes, por más importante que pueda ser la obra de uno en comparación con la de otro, y que dado que la dignidad del trabajo humano viene de ser éste persona humana en acción y se sigue que no puede haber remuneración alguna que sea equivalente al valor de ese trabajo humano pues no existe pago equivalente al valor de la persona, y que, por tanto, el pago o remuneración de la persona trabajadora debe incluir lo necesario para que ésta y su familia pueda vivir dignamente, incluyendo aquello que necesite para su desarrollo personal y el de su familia, por lo que el trabajo humano no puede ser considerado como una mercancía más, sujeta a las leyes y vaivenes del mercado, desde luego, soy de derechas.

-Si ser de derecha quiere decir que se participa de la idea según la cual el Estado democrático, a través de sus organismos competentes, debe dictar leyes y normas de Justicia Social, de manera de equilibrar, en el seno de la Sociedad, las injustas diferencias que separan a los socialmente fuertes de los socialmente débiles, actuando a favor de estos últimos sin menoscabo y con respeto de las leyes y de los legítimos derechos de los primeros, sin dudas soy de derechas.

-Si ser de derecha implica: defender la separación de los Poderes Públicos e impedir toda forma de presión o de coación de alguno de ellos sobre los otros; sostener la necesidad de mecanismos de control que sigan, juzguen, auditen y sancionen cualquier violación de la Constitución y las leyes de la Nación por parte de algunos de los poderes o de sus autoridades o funcionarios; mantener en permanencia la alternabilidad en el ejercicio de los cargos y responsabilidades de las autoridades y funcionarios de esos Poderes conforme a lo prescrito por la Constitución y leyes de la Nación; creer que la autoridad y sus prerrogativas no son derechos de las personas que la ejercen, sino que corresponden al ejercicio de las funciones propias de cada encargo que les ha sido confiado por el pueblo a través de las instancias y mecanismos legales establecidos y que la autoridad se pierde por abuso grave y contumaz, así como por incapacidad comprobada y permanente, evidentemente, soy de derecha.

-Si ser derecha es concebir que las instituciones armadas de la Nación están al servicio de ésta, el que supone total respeto a la Constitución y leyes pertinentes, defensa de la Nación y sus instituciones, protección de los ciudadanos y del ejercicio de sus derechos y garantías, sin intervenir en el debate político, pues "el hombre armado no puede deliberar", soy, entonces, derechista.

-Si pensar que es derecha el creer y defender que el hábitat, entendido como la vivienda digna y humana, pero también el conjunto de servicios de infraestructura, ambiente, cercanía de sitios de trabajo, oportunidades de recreación y solaz, servicios comunales generales, parques y deportes, templos, vías de comunicación con facilidades de acceso y circulación, seguridad de la propiedad y de su tenencia, seguridad pública, centros educativos y de salud cercanos, etc., definitivamente, soy derechista.

-Para terminar esta larga, pero incompleta enumeración, si ser de derecha es creer que los más aptos y responsables deben ser los elegidos para desempeñar con alternabilidad los cargos más altos y los intermedios de dirección gubernamental del Estado y esperar que, algún día, se diseñen e impongan mecanismos de evaluación para los candidatos al ejercicio de esas responsabilidades, sobre todo las más altas, de manera de garantizar, en lo posible, que no accedan a tales posiciones personas que carezcan de los conocimientos y capacidades indispensables para el buen desempeño de las correspondiente funciones, o que características personales de naturaleza física, psíquica o fisiológica puedan comprometer ese buen desempeño, créanme, quienes hasta esta línea del escrito han llegado, que soy derechista.

Paradójicamente para el paciente lector que hasta acá me acompañó, confieso que puedo hacer -con pocas pero, ciertamente, importantes supresiones- otra lista, muy parecida por cierto, para demostrarle ¡que soy de izquierda! ¿Entonces qué?


jueves, diciembre 14, 2006

¿AVESTRUCES?

"Maldito el hombre que cree en el hombre" Jeremías 17,05



El error que cometió la dirección política opositora, el 3 de diciembre pasado, fue el de no haber hablado con la verdad en la boca. Hacerlo, hubiera abierto vías hacia la comprensión de las razones sobre la decisión -sin duda delicada y difícil- que asumió al declarar el Candidato Manuel Rosales, de que aceptaba su derrota en las elecciones realizadas ese día.

No se trata, como bien escribe Emilio Figueredo, de buscar chivos expiatorios ni de descalificar la dirección que la oposición aceptó y siguió para esas elecciones. Se trata, sí, de evitar a toda costa que, a raíz de ello, retornemos los venezolanos amantes de la libertad a las graves consecuencias de aislamiento, escepticismo y pasividad que, posteriores a los resultados del referendo revocatorio, paralizaron la acción opositora durante dos años.

La mayor parte de los electores de oposición estábamos plenamente conscientes de que, si no se modificaban sustancialmente las ilegales condiciones y reglas que habían sido establecidas por el anterior CNE y agravadas por el actual, sería imposible obtener la victoria en éstos ni en cualesquiera otros comicios pues, con ellas, quedaban abiertas las puertas para todo tipo de fraudes y abusos que decidiera cometer el gobierno.

Siempre manifesté y escribí -como puede constatarse en mi blog- que no sería posible ganar las elecciones del 3D, no porque Rosales en particular y la oposición en general no alcanzara la mayoría –que a mi entender le sobraba y le sobra holgadamente- sino porque era ilusorio pensar que un gobierno, como el que padecemos, de clara vocación totalitaria, cómplice y elemento clave de un proyecto bélico de alcance mundial, entregara mansamente el poder como consecuencia de elecciones limpiamente realizadas. Eso nunca ha ocurrido en la historia. Ningún régimen totalitario ha caído por elecciones. Las personas que no manejan sutilezas de las ciencias políticas confunden equivocadamente dictadura y totalitarismo, gobiernos autócraticos o dictatoriales con regímenes totalitarios. Augusto Pinochet fue dictador feroz, pero no estableció un régimen totalitario y el caso de Ortega en Nicaragua, en su primer gobierno, que si era de vocación totalitaria, pero no consolidado, se explica por esta última razón que involucra debilidad y porque, además, estaba hostigado por las fuerzas de la llamada Contra que contaban con claro apoyo de los Estados Unidos.

Entonces, era lógico y absolutamente coherente que un razonamiento realista condujera a la conclusión que muchos -la gran mayoría, a mi manera de ver- de los opositores alcanzamos al considerar todas las perspectivas y posibilidades que se presentaban ante de las elecciones presidenciales del 3D: abstenerse de concurrir a ese proceso electoral con las inaceptables normas y disposiciones establecidas por un CNE indudablemente sujeto, de manera servil e incondicional, a los dictados e intereses del gobierno totalitario. El daño político que le hubiera proporcionado su elección con apenas un 9% del electorado, como ocurrió hace un año, hubiese sido definitivo para demostrar su condición ilegítima y detonante de su derrumbe total.

Con el hábil juego político de Petkoff, quien, al mismo tiempo en que sacó de la escena a Súmate con su propuesta de las primarias y estableció el tríade de posibles candidatos electorales en el que él mismo se integró y cuando contemporáneamente, fue lanzada con gran revuelo la candidatura de Benjamín Rausseo, que actuó a manera de catalizador quimico, en el seno del tríade se tomó la decisión de hacer de Manuel Rosales candidato único y unitario de toda la oposición y éste ofreció “cobrar” si alcanzaba la victoria. Entonces, el pueblo opositor entendió la conveniencia de votar, aún si se mantenian las disposiciones establecidas por el CNE, pues “cobrar” significaría no el vencer en la mesa legal unas elecciones ganadas en las urnas electorales, pero si la posibilidad de doblegar, como otros pueblos vecinos o lejanos lo han hecho, las pretenciones e imposiciones de un régimen despótico y usurpador.

En muy poco tiempo, la candidatura de Rosales prendió cual yesca ante chispa y su fuego encendió, por doquier, las esperanzas de los todos los demócratas venezolanos. Nadie, que no sea muy mezquino, podría regatearle al candidato de la oposición su total entrega y dedicación, el trabajo constante y fervoroso y el cálido mensaje que supo transmitir para entusiasmar hasta los espíritus más gélidos o escepticos. Las plazas, calles y avenidas de las ciudades grandes y de las poblaciones pequeñas de la Patria, se transformaron en ríos de multitudes plenas de fervor, de esperanza y saturadas de sueños libertarios. Venezuela es así: cuando se enamora se entrega. Pero, lamentablemente, cuando ese amor se frustra porque prive a la amante de lo que espera, surgen decepciones amenazantes de convertirse en rechazo.

Pero hagamos el esfuerzo de ser absolutamente sinceros y analicemos este fenómeno a la luz transparente de la realidad verdadera: ¿Habría prendido, así como lo fue, una candidatura de Rosales lanzada en condiciones de normalidad democrática? ¿Es o no es cierto que lo que propulsó la gigantesca e inédita movilización nacional, que llenos de entusiasmo vivimos a lo largo de tres meses, fue la común ilusión de ver esta suerte de Átila, regalo del averno, desplazado de sus funciones de presidente de la República? ¿De finalizar la pesadilla de los insultos y amenazas diaramente endilgados a ciudadanos propios y extranjeros? ¿De terminar con el empobrecimiento de nuestros compatriotas a costa del enriquecimiento de ocasionales y oportunistas socios foráneos? ¿De terminar para siempre con la impunidad escandalosa de crímenes y latrocinios horrendos y vergonzosos? ¿De acabar con el mito añejo y acomodaticio de una revolución absurda diseñada para satisfacer odios e intereses personales?

Desinformaciones de todo tipo y origen; mentiras, medias verdades y verdades completas han sido amasadas en confusas e indescifrables marañas de publicaciones que no hacen sino sembrar desesperanzas y desasosiego en el ánimo de sus receptores. Obviamente, agentes del régimen trabajan activamente en ésto, pero también opositores de buena fe que reaccionan emocionalmente frente a la decepción de este nuevo fracaso. Debemos abstenernos de reaccionar irracionalmente ante estímulos con frecuencia provenientes de adversarios que se sienten y actuan como enemigos nuestros.

Es urgente menester retornar a los valores. En esta hora menguada de la historia nacional, debemos atrincherarnos tras el valor fundamental de la Verdad. “Con la verdad no ofendo ni temo”, decía Artigas; “La Verdad os hará libres”, nos instruye San Juan en su evangelio. “Yo soy la Verdad ” nos enseña nuestro Señor Jesucristo en texto que recoge el Evangelio y que confirman su silencio ante Pilatos y su muerte en la Cruz.

El relativismo que predomina en el mundo, al negar la verdad objetiva y la verdad absoluta, ha sembrado en nuestra Sociedad -y por múltiples vías- falsas creencias y convicciones que deforman la conciencia moral de las personas que son el pueblo o conjunto de sus miembros, quienes, así, actúan en la práctica con una amoralidad de hecho, según la cual tienden sólo a dar primacía a sus beneficios particulares en desmedro del Bien Común General que desconocen.

Hoy, como nunca antes, debemos exigir de quienes pretendan asumir nuestra dirigencia política, total e irrenunciable apego a la verdad. Es el momento impostergable cuando la dirigencia opositora tiene que decir, con voz clara e indudable, la verdad de lo acontecido el 3 de diciembre. El país todo, opositor o no, siente que esa verdad no ha sido expresada. El país todo, opositor o no, sabe que el 3 de diciembre se ejecutó en este país un descomunal fraude electoral. He recibido informaciones incontestables de que ese fraude, mucho menos que electrónico que, si existió, no fue relevante, fue fundamentalmente un fraude manual construido con gran dedicación, a lo largo de dos años, con indiscutible y sorprendente pericía de relojero, habilidades y recursos, por cierto, dignos de mejores causas como lo son la satisfacción de las grandes necesidades populares. ¿Es que pretenden, como los avestruces, enterrar la cabeza en la arena para no ver la tempestad?

El país todo reclama que se le diga y haga conocer la verdad de las razones que indujeron a la prematura declaración del candidato Manuel Rosales; que se le diga y haga conocer la verdad del fraude electoral y se investigue a fondo el modo como se produjo; que se le diga y haga conocer la verdad de haber renunciado a no “cobrar” como se le había prometido al país, oferta que nos movió a todos a votar a sabiendas que las condiciones aceptadas conducirían a esta falsa derrota pero confiados de que al cobrar, la crisis inevitable podría abrir caminos hacia la libertad que no estábamos dispuestos a entregar con mansedumbre y tranquilidad, como si ésto fuese algo sin importancia.

Si, en verdad, de lo que se trata es de mantener la unidad estructurada y activa y la dirección coherente de esa oposición reactivada, hay que pasar por el trago, posiblemente amargo, de proclamar la verdad, única condición de prepararnos para el inminente futuro cargado de conflictos, pero también pleno de posibilidades que conduzcan a la definitva liberación de Venezuela.

De lo contrario, sin la verdad, apenas podremos respirar en medio de las tinieblas.

miércoles, diciembre 06, 2006

LA HISTORIA SE REPITE

Para el 30 de Noviembre de 1952, el Poder Ejecutivo encabezado por la Junta de Gobierno que presidía Germán Suarez Flamerich y formada por éste y los entonces Coroneles Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Paéz, había convocado a los venezolanos a la celebración de elecciones para designar una Asamblea Constituyente que le diera fin a la situación de facto del gobierno surgido a raíz del golpe militar del 24 de noviembre de 1948, que derrocó al gobierno constitucional elegido en 1947 y presidido por Don Rómulo Gallegos.

Dicho evento se realizó en el tenso ambiente de un gobierno con marcados rasgos autoritarios, sensiblemente acentuados después del asesinato del Tte. Cnel. Carlos Delgado Chalbaud, el 13 de noviembre de 1950. Tanto era así que, a poco más de un mes antes de las elecciones, el 22 de octubre de 1952, había sido asesinado en el barrio San Agustín de Caracas, Leonardo Ruíz Pineda, uno de los más importantes dirigentes de Acción Democrática, en ese tiempo ilegalizada como partido pero activa en la clandestinidad.

Las elecciones que fueron realizadas de manera libre, pues Pérez Jiménez creía contar con gran apoyo popular, fueron ganadas por el partido Unión Republicana Democrática (URD), que dirigía el popular político Jóvito Villalba, líder de las jornadas estudiantiles de 1928 contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Los resultados reales le dieron a URD 67 diputados sobre la base de un 65% de los votos populares, mientras Copei, con el 18,4% de los sufragios lograba 19 diputados y el FEI (Frente Electoral Independiente), partido oficialista que apoyaba a Pérez Jiménes quedaba con 16,5% de la votación para hacerse, apenas, de 17 diputados.

El Consejo Supremo Electoral asumió la conducta de retrasar las informaciones sobre los resultados de las elecciones, mientras crecía la impaciencia y el nerviosismo en la impotente ciudadanía. El 2 de diciembre el Coronel Pérez Jiménez, esgrimiendo actuar en nombre de las Fuerzas Armadas, desconoció los resultados electorales y asumió la Presidencia Provisional de la República en vista de que el titular de la Junta de Gobierno, Suárez Flamerich, renunció y se ausentó del país. El día 13 el CSE dio a conocer sus amañados resultados electorales: FEI 58,3% y 60 diputados; URD 28,2% y 29 diputados; Copei 13,6% y 14 diputados. El gobierno casi había invertido en su favor los resultados.

El 16 de diciembre, Jóvito Villalba y otros dirigentes de URD fueron llamados al despacho del Ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla Lanz, siendo inmediatamente embarcados en un avión para Panamá. Don Mario Briceño Iragorry reaccionó de inmediato e hizo circular un manifiesto de su autoría llamado “Manifiesto al Pueblo de Venezuela”, en el que denunciaba el fraude electoral y el consecuencte golpe de Estado contra la voluntad popular, lo que le obligó a pedir asilo diplomático en la Embajada de Brasil. Al día siguiente URD hizo circular un manifiesto en el que denunciaba la usurpación de Pérez Jiménez, mientras el 4 de enero, la dirección nacional de Copei hizo lo propio y puso condiciones al gobierno para que pudiera reunirse la Asamblea Constituyente, lo que, por supuesto fue rechazado. El 8 de enero ambos partidos declararon espuria la Constituyente y renunciaron a participar en la misma, la que se instaló el día 9 con los diputados oficialistas y otros que rellenaron los espacios dejados por los partidos opositores, estando entre ellos algunos de sus militantes quienes fueron inmediatamente expulsados de sus organizaciones políticas. Debo recordar que miembros distinguidos del CSE no aceptaron el atropello urdido por el entonces neodictador y su gobierno contra la institución emblemática de la democracia como lo es la de elecciones libres. El 9 de abril la Constituyente decidió que nombraría al Presidente de la República y a todos los miembros de los Poderes Públicos, incluído el Congreso, una vez que quedara aprobada la nueva Constitución de 1953, hecho que ocurrió la semana siguiente, el 15 de abril de 1953, a los tres meses y siete días de constituida esa Asamblea Constituyente.

Decía Arnold J. Toynbee que las civilizaciones son el resultado de las respuestas de los grupos humanos a los desafíos que les presentan la naturaleza o las sociedades. Sobre esa base, como dichas respuestas son semejantes ante desafíos semejantes (aunque diferentes en tanto las condiciones de borde en cada caso también lo son) apoyó su filosofía de la historia en la teoría cíclica del desarrollo de las civilizaciones.

Es por ello, tal vez, que entre sistemas autocráticos que se pretenden hegemónicos podamos encontrar sorprendentes similitudes, variando, por supuesto, los actores y las particularidades de los escenarios. No es de extrañar, entonces, que sean tan paralelas las respuestas que dan sistemas totalitarios tan aparentemente opuestos en sus principios ideológicos, bases filosóficas y objetivos políticos, como lo son el llamado socialismo real que reinó en la Unión Soviética y se impuso por la fuerza en la mitad de Europa y el nacionalsocialismo de Hitler que pretendió conquistar primero a Europa para después hacerse de todo el mundo.

En medio de las confusas y a veces contradictorias informaciones que llegan a nosotros sobre los recientes hechos del 3 de diciembre, podemos encontrar rasgos similares a los acontecidos a propósito de las elecciones del 30 de noviembre de 1952.

Si lo de la llamada y asistencia de Rosales al Cufan es verdadero (pese a las declaraciones que lo niegan, las afirmativas crecen en volúmen y referencias), no puede uno menos que evocar la “invitación” y asistencia de Jóvito Villalba al despacho de Vallenilla Lanz el 16 de diciembre de 1952. Las consecuencias de ambos hechos guardan similitudes asombrosas: Jóvito viaja forzado a Panamá y Rosales regresa forzado a la Gobernación de la que se separó para ser el Candidato de la Unidad. Pérez Jiménez asume la presidencia de Venezuela, con poderes absolutos y a plazos entonces aparentemete abiertos y Hugo Chávez la recibe bajo las mismas perspectivas. El primero no logró mantener su poder por el tiempo que deseaba...¿Lo logrará el segundo?...

Las elecciones las ganó pero no las pudo cobrar Jóvito; el 3D ganó Rosales (aunque fatuamente trate de ser negado) pero tampoco las pudo cobrar, al menos por ahora.

La unidad que se formó en torno a Jóvito no pudo ser mantenida ¿Podrá mantenerse la que felizmente se formó en torno a Rosales? El prestigio de Jóvito injustamente se deshizo como hielo al calor. ¿Se mantendrá el muy bien conquistado y merecido de Rosales? ¿Será o no será un error su retorno a la Gobernación del Zulia? ¿Qué van a decir sus detractores al respecto? ¿Qué es la prueba de que estaba vendido desde siempre? ¿Qué fue el precio contraparte de la venta reciente? ¿No será mejor para él y para la posible unidad de la oposición que siga “pateando” calles, barrios y rincones de Venezuela, con el mismo ardor, con el mismo entusiasmo y valentía como lo hizo a lo largo de esa corta pero fulgurante campaña recientemente terminada? ¿No será la oportunidad ideal para que demuestre que no es hombre de miedos, sino que fue sorprendido por la forma salvaje como fue amenazado? Si esa salvaje presión fue cierta ¿no será mejor que lo proclame a los cuatro vientos y que haga humanamente entender las razones de su indudable precipitación en aceptar una derrota que no lo era?

En todo caso, amigos, ni piensen que Venezuela está ya perdida. Rondón no ha peleado todavía y aquí hay cientos, miles, millones de Rondón dispuestos a librar la mejor de sus batallas. Mucho más temprano de lo que tantos piensan pesimistas o esperan por corruptos o colaboracionistas, los veremos caballeros galopar las sabanas y trepar las cúspides gloriosas de nuestra Patria Unida y Libre, en el nombre de Dios Todopoderoso.