Pedro G. Paúl Bello Weblog

lunes, mayo 22, 2006

LA CONFUSIÓN SOBRE LAS ELECCIONES DE DICIEMBRE

Con el paso del tiempo, la confusión sobre las elecciones de diciembre se hace mayor y, por tanto, más grave. Cuando parecía que todo se arreglaba, la dispersión y el desorden se han enseñoreado amenazantes.

Por una parte, contra Súmate, y en particular sobre María Corina Machado, recaen acusaciones absolutamente infundadas, según las cuales la organización y su dirigente pretenden "imponer" un sistema de primarias para escoger al candidato único de la oposición. Pero es de una claridad meridiana que Súmate simplemente ha proporcionado a la oposición, y por demanda de ésta, la posibilidad de contar con un servicio confiable y competente para organizar unos eventuales comicios internos. Nada más.

Por otra parte, el tema sobre la precedencia que debe existir entre la escogencia del candidato único, o la lucha por lograr del CNE la aceptación de las condiciones mínimas que garanticen la transparencia del proceso, lejos de aclararse, cada día va tomando cariz de dilema irresoluble tan difícil de resolver como el de la precedencia entre el huevo y la gallina. ¿Es que no es posible ver con los ojos de la razón que es menester hacer ambas cosas a la vez?

Por lo pronto, quiero destacar que cada día que pasa hace que sea menos fácil realizar las primarias. Los tiempos legales conspiran contra su celebración y, a estas alturas, comienzo a percibir que esto va a convertirse en obstáculo insuperable si no se toma a tiempo una decisión definitiva al respecto. Pero no es la única dificultad que amenaza la celebración de las primarias o, al menos, que sus frutos sean favorables: la confusión que existe conspira contra la confianza del pueblo opositor y, por ende, favorece el aumento de la apatía de los electores, aumentando la posibilidad de que - de realizarse dicha competencia - sea bajo, el número de concurrentes... con las graves consecuencias que ello tendría.

Es indispensable que la oposición se fije un orden de prioridades en cuanto a sus objetivos en función de la salud democrática de la República. A mi manera de ver tenemos que realizar en mentes y voluntades -y no sólo en el mundo de los deseos- que el objetivo supremo es salir de este régimen. Allí debe apuntar todo pues, si ese objetivo no se logra, de nada servirá que fulano o zutano sea el candidato único de oposición, o que las encuestas o el consenso sean mejores o peores que las primarias. Cada día que este régimen permanece en el poder supone acumulación de males para el país que se traducen en destrucción, ruina y muertes.

Por supuesto que es menester tener claro que es lo que se debe hacer y quienes pueden y deben hacerlo una vez que este régimen sea despedido. Pero estemos claros en que ese es el objetivo y no otro por importante que resulte en función de orientaciones personales o grupales.

Insisto, además, en que la oposición venezolana no requiere de un candidato sino de un conductor, de un piloto que sea capaz de tomar en mano el gobernalle de Venezuela y llevarnos a todos a buen puerto. Lo que necesitamos es un ariete, fuerte y capaz como para derribar la puerta de la fortaleza y permitir su toma. Ese piloto-ariete puede ser o puede no ser el próximo presidente. Seguramente que su acción condicionará en mucho esa posibilidad, pero no la determinará necesariamente.

No es cierto, a mi juicio, que el país vea como imposición de "cogollos" la decisión que tome el grupo de los pre-candidatos como fruto de una reflexión sincera conducida honestamente entre ellos. Si se entiende que el objetivo imediato no es designar un presidente sino un conductor, cada aspirante a la presidencia puede sinceramente reconocer si tiene o no tiene las condiciones de carácter que exige esa misión: fortaleza; decisión; capacidad de arrastre y convocatoria; experiencia probada; posibilidad de audiencia tanto en el medio opositor como en el del sector oficial.

En la ocasión del referendo revocatorio le oí a Carlos Blanco decir que para ganar en aquél era antes necesario derrotar a Chávez. No lo derrotamos y por eso el 15 de agosto fue lo que resultó ser. No pretendo ni me corresponde juzgar a los actores que en ese día tuvieron la responsabilidad de conducir a la oposición, pero si siento que no tenían el ánimo, esa noche, de derrotar definitivamente a Chávez y salir de su nefasto régimen.

Es lo que tenemos que hacer ahora. Y derrotar a Chávez significa claramente imponerle al CNE las condiciones bajo las cuales se pueda concurrir a elecciones transparentes. Imponérselo sin negociación de ninguna naturaleza al respecto. Y si no lo hace, tomar la calle, con el pueblo que siga al piloto, emulando ejemplos que hemos conocido de otras latitudes y de cuyos pueblos no somos menos corajudos ni decididos.

Será así o no será en absoluto.

lunes, mayo 15, 2006

COMENTARIOS AL ARTICULO -UN LOCO SUELTO- DE MARIA CLARA OSPINA



Es de la mayor importancia el contenido de este artículo de María Clara Ospina, analista colombiana, sobre la personalidad y actuaciones del Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías.

Ospina inicia su escrito con la expresión "Hugo Chávez habla y actúa, cada vez más, como un 'loco suelto' ".

Me voy a detener en consideraciones sobre esta frase realizadas a la luz del pensamiento expresado hace algún tiempo, en televisión y por el programa “Grado 33” de Globovisión, por algunos reconocidos profesionales venezolanos de la psiquiatría, en la idea de alcanzar luego algunas consideraciones de naturaleza histórica, constitucional y política. Los Doctores Robert Lespinasse, Luis José Uzcátegui y Franz Delgado Senior expresaron entonces y por separado, que lo de Chávez no es una enfermedad, sino que se trata de "trastornos psíquico-patológicos". Son características vitalicias e inmodificables, afirmaron. El personaje observado (externamente, supongo) por los psiquiatras presenta, a juicio de ellos, una conducta que se caracteriza en general por: inmadurez, impulsividad y egocentrismo.

Se trata de una "personalidad sociopática" con fuertes ragos de narcisismo. No se encuentran, en este tipo psicológico, "sentimientos ni capacidad de amor". Sus afectos son utilitarios, es decir, los utiliza "mientras le sirven".

Posee una gran capacidad histriónica: es seductor y dramatizador; tiene un inmenso poder comunicacional. No existe coherencia entre su palabra y su conducta la que fácilmente se torna violenta, sin medida de sus actos ni prudencia alguna.

El sociópata presenta en general los siguientes síntomas:
Desprecio por valores y normas.
Mendacidad habitual.
Carencia de sensibilidad.
No aprende por experiencias vitales anteriores.
Carencia de relaciones afectivas estables.
Bajo umbral para la frustración.
Descargas de ira cuando no son satisfechos sus deseos y órdenes.
Odios y deseos de venganza.
Agresividad cuando las cosas no se hacen como quieren, aún por sobre normas y costumbres.
Históricamente, recordaron algunos casos de sociópatas en posiciones de poder:
Bucarán (ex presidente de Ecuador, de trastorno bipolar con euforia: incapacidad mental; desprecio por la burgesía).
Fidel Castro.
Hussein.
Torquemada.
Hitler.

Suele estar presente la búsqueda intensa de un padre. En el caso de Chávez puede recordarse su relación anterior con Miquilena y la presente con Fidel Castro.

El narcisismo suele llevarlos a:
· Exagerar logros y capacidades.
· Fantasías de éxito y poder.
· Creerse únicos.
· Exigir gran admiración.
· Ser pretenciosos, arrogantes y soberbios.
· Explotar a los demás.
· Ausencia de identificación real con los sentimientos de otros.
· Tener envidias y sentir que se les envidia.
· No importarles destruir lo que sea y al costo que sea.
· Agresividad que destruye los países.
· Dividir y hacer que la gente descargue sus culpas sobre los demás.

Hay una escena de la vida de Hitler que vale la pena añadir a estas reflexiones. La tomo del libro "Los últimos días de Hitler" del oficial británico de inteligencia H.R. Trevor-Roper, a quien se le confió relatar los últimos acontecimientos ocurridos durante la caída del Tercer Reich:

"Cuando él (Hitler) se veía contra el telón de fondo de la historia, cuando su imaginación había sido calentada y su vanidad intoxicada con la adulación y el éxito, y se levantaba de su modesta cena de pastel de vegetales y agua destilada para saltar sobre la mesa e identificarse con los grandes conquistadores del pasado, no era como Alejandro, o César o Napoleón que deseaban ser celebrados, sino como la reencarnación de esos ángeles de la destrucción: Alarico, el saqueador de Roma, Atila, "el azote de Dios", de Gengis Khan, el líder de la Horda Dorada. En uno de esos estados de ánimo mesiánicos declaró: 'No he venido al mundo para hacer mejores a los hombres, sino a hacer uso de sus debilidades'. Y conforme a este ideal nihilista, este amor absoluto por la destrucción, él destruiría, si no a sus enemigos, entonces a Alemania y a sí mismo, y a todo lo que pudiera involucrarse en las ruinas. 'Aun si no pudiéramos conquistar' --había dicho en 1934-- 'deberemos arrastrar medio mundo a la destrucción con nosotros, y no dejar que nadie triunfe sobre Alemania. No habrá otro 1918. No nos rendiremos'. Y de nuevo: '¡Nunca capitularemos! ¡No! ¡Nunca podremos ser destruidos, pero si lo somos, arrastraremos un mundo con nosotros, un mundo en llamas!'. Ahora, en su odio positivo del pueblo alemán, que le había fallado en sus planes de megalómano, regresaba al mismo tema. El pueblo alemán no era digno de sus grandes ideas: por tanto, que perezca por completo. 'Si el pueblo alemán va a ser conquistado en la lucha' --dijo a una reunión de Gauleiters en agosto de 1944-- 'entonces ha sido demasiado débil para enfrentar la prueba de la historia, y sólo era apto para la destrucción'.Ésa era, por consiguiente, la respuesta de Hitler al desafío de la derrota. En parte era una respuesta personal; el gesto vengativo de un orgullo herido".

En el archivo adjunto incluyo un artículo de la Dra. Médico Psiquiatra María Cristina Ortega en el que la autora. coincidiendo con los planteamientos anteriores de los psiquiatras referidos abunda sobre el mismo tema y, además, otro artículo que escribio el propio Dr. Francel Delgado Senior, pero que, con ellos en el texto, no he querido añadirlos a esta página para no hacerla excesivamente larga. Veamos ahora el aspecto constitucional que está en relación con las anteriores consideraciones:

Todas, o casi todas, las constituciones del planeta – y la venezolana vigente no es la excepción -- incluyen previsiones para el caso cuando el primer mandatario se ve afectado por situaciones o enfermedades que limitan su capacidad mental. A mi manera de ver, estas opiniones hechas públicas, y provenientes de médicos psiquiatras tan calificados en el país, justificarían plenamente que la oposición promoviera la verificación de las mismas, no solamente en orden a buscar una nueva alternativa para superar la crisis política de Venezuela, sino para garantizar a los venezolanos la paz y la armonía con las naciones hermanas del Continente y con todos los pueblos del mundo que ven en el Primer Mandatario nacional una grave amenaza contra la paz mundial.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 233, reza lo siguiente: “Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justricia, su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional....”

La declaración de falta absoluta del Presidente en ejercicio implica que, si se produce dentro de los primeros cuatro años de su período presidencial, se procederá a realizar, en los treinta días consecutivos siguientes, una nueva elección universal, directa y secreta para elegir a un nuevo Presidente, o si ocurre en los últimos dos años del período, éste será completado por la persona que ejerza la Vicepresidencia Ejecutiva de la República.

Sin dudas, muchos alegarán que estoy tratando sobre una materia ímproba, por cuanto el TSJ y la AN son organismos del Estado absolutamente controlados por Miraflores, y ello es cierto. Pero nadie podrá negar que no es menos ímprobo el esfuerzo de vencer en unas elecciones con un CNE no menos dócil a la voluntad presidencial y, sin embargo, hay que tratarlo poniendo toda la voluntad en ese empeño. Situaciones de esa naturaleza suelen esconder o propiciar alternativas insospechadas que pueden conducir al logro de los fines deseados.

Pienso que la comunidad mundial de naciones y, muy particularmente la comunidad de todas las Américas, verían con ojos de agradecimiento el verse libradas de una pesadilla que en mucho evoca la de la Alemania de los años 30, cuando la tolerancia ingénua y la falta de valor y responsabilidad de algunos de los gobernantes más importantes de entonces, sumieron al mundo en una tragedia que cobró decenas de millones de muertos.

Pedro Paúl Bello

El artículo referido:

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_31441.html

Hugo Chávez
Un loco suelto
María Clara Ospina

“Cínicamente, Chávez le ha declarado la guerra verbal a Washington, cosa que esta muy de moda. Vocifera a cuatro vientos su enemistad con el "Imperio", pese a ser Estados Unidos el socio de negocios número uno de Venezuela.”
Hugo Chávez habla y actúa cada vez más como un "loco suelto". Insulta a diestra y siniestra a cuanto gobernante no está de acuerdo con él. No le importa utilizar en sus diatribas un vocabulario ordinario y soez, más apropiado para un estibador beodo que para el presidente de una nación. Se refiere a líderes de otros países como burros, borrachos, ignorantes, terroristas, lacayos, vendidos, bígamos...; en fin, cualquier ofensa es buena contra aquellos que no le rinden pleitesía a su posición o se muestran amigos de Estados Unidos.
Todos estamos cansados de sus exabruptos continuos, cada vez más comunes y más extremos. Hastiado con su grosería y sus interferencias, el gobierno del Perú retiró su embajador en Caracas como protesta a los insultos proferidos contra Alan García, candidato a la presidencia, a quien llamó "corrupto y ladrón de siete suelas" y contra el presidente Alejandro Toledo, de quien dijo era un "caimán del mismo pozo".
Con estos insultos Chávez pretende ayudar a su amigo, el candidato Ollanta Humala, a ganar en la segunda vuelta electoral que se avecina. Para el presidente venezolano es indispensable el triunfo de Humala en el Perú; así acrecienta el grupo de gobiernos de corte extremo-populista de izquierda semejantes al suyo. De salir elegido este candidato, de dudosa capacidad para gobernar, formará parte del tinglado de marionetas ya conformado por Fidel Castro y Evo Morales cuyo director es Chávez, quien los controla con ofertas de ayudas económicas y preferencias comerciales. Ayudas económicas provenientes de los cofres venezolanos repletos de petrodólares, los cuales serían mejor empleados en reducir la pobreza que agobia a sus propios ciudadanos y no en comprar popularidad en la región para acrecentar la imagen del ególatra Chávez.
Cínicamente, Chávez le ha declarado la guerra verbal a Washington, cosa que esta muy de moda. Vocifera a cuatro vientos su enemistad con el "Imperio", pese a ser Estados Unidos el socio de negocios número uno de Venezuela. Esto prueba que Chávez no solo es vulgar y fantoche, sino también hipócrita. Por un lado insulta y amenaza a todos los que pretenden hacer negocios con Estados Unidos y, por el otro, le vende a ese país todo el petróleo que puede.
Lamentablemente, tal vocabulario le ha dado a Chávez un resultado fenomenal. No hay día en que no encabece los titulares de la prensa latinoamericana, la cual ansiosa de encontrar noticias le publica en grandes titulares cuanta palabrota o insulto suelta.
Ojalá los líderes de la región no se contagien de su estilo. Ya se nota un ambiente de represalia y se oyen insultos de respuesta. Este lenguaje tiene muchos y grandes peligros; lo que al principio son solo palabras puede convertirse, en cualquier momento, en algo mucho más grave. Que triste ver la unidad americana con la que Bolívar soñó pisoteada por este "loco suelto".
© AIPE
María Clara Ospina es analista colombiana

viernes, mayo 12, 2006

PERSPECTIVA DE DICIEMBRE

Diciembre para bien o para mal. La convocatoria electoral de ese mes tiene que convertirse en el fin de la pesadilla que, desde 1999, sufrimos todos los venezolanos: los opuestos y los partidarios del régimen por igual. En verdad, los únicos favorecidos por este horror nacional son los que están disfrutando de los beneficios del poder.

Digo la convocatoria electoral y no las elecciones. Es muy probable que éstas, o no se realicen o se realicen con características comunes, pero que no deben ser iguales, con las que tuvieron lugar el pasado 4 de diciembre. Entonces, el pueblo venezolano expresó contundentemente su rechazo al engaño gubernamental y a las incoherencias opositoras que fueron el denominador común de todos los procesos electorales cumplidos después de 1999. Ahora la cosa es distinta: tenemos que salir de este régimen funesto.

Hay mucha gente inquieta en el presente: no ven que los pasos que se van cumpliendo hagan posible ese resultado. Desesperan de la lentitud de movimientos que muestran las fuerzas opositoras; perciben, con razón, que el gobierno no cederá en cuanto se refiere a hacer del proceso electoral un evento transparente y legítimo; dudan de que entre los candidatos que se han presentado y los que aún no lo han hecho, que perciben como muchos, se pueda alcanzar un acuerdo de verdadera unidad.

Sinceramente, me parece muy plausible la idea de las primarias, pero, a estas alturas, considero poco probables las posibilidades de su realización: ya estamos a mediados de mayo y da la impresión de que, para lo mucho que es menester hacer para montarlas, el tiempo legalmente disponible es muy corto. Es posible, no obstante, que, a falta de primarias, obre la sensatez y el patriotismo de los compatriotas que se han postulado –o que asoman sus nombres- para participar como candidatos presidenciales. Como para Dios nada es imposible, puede ser que el Espíritu Santo los ilumine y decidan, cual conclave laico, escoger de entre ellos aquél que mejor nos puede conducir hacia la cita decembrina.

Porque, ciertamente, más que un “candidato” y aunque sea necesario presentarlo así, lo que el país –opositor o no- necesita es un “conductor”, valga decir, una persona que, habida cuenta de todos los elementos y factores presentes en nuestra convulsionada realidad, sea capaz de llevarnos hasta diciembre en condiciones y con fuerza para poder derrotar a la tiranía en las urnas o sin ellas.

Superada la pesadilla, es muy posible que ese “conductor” continúe al frente del Estado como jefe del gobierno que surja, pero se tratándose de una posibilidad no necesariamente tiene que realizarse. Es posible que no.

El “conductor” –que si gustan pueden llamar “jefe de la oposición” o “líder” o como sea- debe ser visto como un ariete. Los arietes servían para derribar las puertas de los castillos o fortalezas que eran sometidos a sitio.

Ese “conductor” no debe (porque no se puede alcanzar su valer) ser investido mediante el recurso de votaciones que, al fin y al cabo, van a depender de la multiplicidad de opiniones de quienes concurran a elegirlo. El “conductor” debe imponerse entre sus pares. Debe de tal manera diferenciarse en sus cualidades específicas como “ariete”, que todos éstos deben reconocerlo como el adecuado para los específicos propósitos de su tarea.

El “conductor” debe ser claro y enérgico en su expresión; convincente en sus líneas de acción relativas al fin que se propone; debe poder penetrar, sin falsas poses o simuladas actitudes, todos los estratos sociales y todos los sectores políticos que comprende el conjunto del pueblo venezolano. Tiene que demostrar valor; “punch” para enfrentarse a un adversario que es formidable; fuerza para perseverar sean cuales vayan siendo los resultados de la lucha; coraje para arriesgarlo todo en el cumplimiento de su misión.

El “conductor” debe ser político a carta cabal, esto es, tener mucha experiencia política; conocer a fondo la realidad política del país; saber de las grandes necesidades de los sectores mayoritarios más desfavorecidos de nuestra población y comprometerse en combatir a favor de ellos pero no en contra de ninguno de los demás. El “conductor” debe, como decía Maritain, “existir con el pueblo”, entendiendo que, como el mismo sabio filósofo francés afirmaba; “Si se posee el amor de esta cosa viviente y humana, tan difícil de definir como todas las cosas humanas y vivientes, pero tanto más real por esa misma razón, que se llama pueblo, lo primero a que se aspirará será a existir con él y sufrir con él y estar en comunión con él. Antes de ‘hacerle el bien’ y trabajar por su bien; antes de hacer o no hacer la política de éstos o de aquéllos que invocan su nombre y sus intereses; antes de pensar en concienciua el bien y el mal de las doctrinas y de las fuerzas históricas que lo solicitan y de elegir entre ellas, o acaso, en ciertos casos excepcionales de rechazarlas todas ellas, habremos elgido ya el existir con él y el sufrir con él y hacer propios sus penas y destinos”.

lunes, mayo 01, 2006

LAS ELECCIONES DEL 3D

Pensaba que los franceses eran los cartesianos por excelencia, pero me estoy dando cuenta de que los venezolanos, por lo menos los de oposición, nous en avons excellé l’art.

Esa idea tan rara me ha venido en mente a propósito del proyectado proceso electoral presidencial: apenas propuesta la idea de las primarias para escoger un candidato único, se abrió el debate fundamental sobre la solución del primer dilema que se planteó sobre lo primero que habría de ser hecho: ¿luchar por cambiar las condiciones que han regido los últimos procesos electorales, incluyendo en ello al CNE, o proceder a escoger la persona que sería el candidato único para enfrentar al señor chávez?

Muchos no entendemos el por qué de este afán de dividir analíticamente lo que no tiene vinculación lógica, pues no hay oposición contradictoria entre los términos. La respuesta al supuesto dilema es muy sencilla: hacer ambas cosas. Valga decir, batirse por cambiar las condiciones electorales, comenzando por lo de la auditoría y corrección del REP, porque por allí es por donde nos vendrá ahora la trampa y, contemporáneamente, designar, por cualquier método trasparente y confiable, a quien sería el único candidato oposicionista legítimo (pues nadie puede impedir que cualquier venezolano se presente por su propia cuenta).

Resuelto ¿por la Asamblea Nacional? el problema del CNE que, si no es peor, parece al menos tan malo como el anterior, queda:

1º. Decidir si se acepta este CNE, que fue homologado por la AN, pero no designado, como lo prueba la publicación de Panorama de Maracaibo que lo anunció, integro y total, varias horas antes de que el "Parlamento" venezolano lo hiciera.

2º. Presionar, con acciones contundentes (no con artículos de prensa, ni declaraciones por TV, ni en programas como Aló Ciudadano, La Entrevista, etc., y menos con marchitas entre la estación de servicio del Parque Cristal hasta la plaza de Altamira), al CNE para que movilice, en plazo determinado, la entrega del REP a los partidos y candidatos y su inmediata auditoría y modificación.

3º. Después viene todo lo otro: el conteo manual ante el público que asista a los Centros de votación; eliminación de las Smartmatic; no retorno de caza-huellas y cuadernos electrónicos; provisión de testigos y miembros de mesa de la oposición; observación internacional; etc.

Pero sin solución de continuidad en relación a lo conducente y pertinente para realizar todas estas cosas, es menester designar al “candidato”, para llamarlo de alguna manera, pues por los vientos que soplan puede que no vaya a elecciones.

Pero eso es lo de menos. Lo que necesita el país y es indispensable para la oposición, es una jefatura. Hay tantos aspirantes que bien podrían resultar electos en unos comicios nacionales limpios y transparentes, por lo que bien puede constituirse esa jefatura unificada de cuatro, seis líderes o dirigentes, quienes con el designado como único candidato, quien encabezaría esa Junta o Comité, pueden organizar y coordinar los pasos que tiene que cumplir el pueblo opositor si es que, de verdad, queremos salir de este caos general en el que vivimos.

Todo esto define las características mínimas que, a mi juicio, debe tener ese candidato único que, repito, puede ser elegido en primarias como las que se vienen proponiendo; por consenso entre la totalidad de la oposición, como lo hizo en su momento la Concertación en Chile; o hasta por sorteo, que puede ser como lo hacían en la Serenísima República de Venecia. Eso es lo de menos.

Lo importante es que no vaya a salir electo como candidato único algún fulano “magnífico”, “inteligentísimo” y “cultísimo” pero sin guáramo. Porque como lo dijo Luis Herrera, si queremos salir de esto, “aquí lo que viene es joropo” y el candidato en cuestión, aparte de saber muchas cosas y conocer muy bien al país y tener experiencia, porque eso, ahora, va a resultar muy importante, va a tener que fajarse como lo hizo Toledo encerrado en una plaza, para luchar contra el fraude que hizo Fujimori, o como Viktor Yuschenko que se batió junto a su pueblo, soportando nieve y temperaturas de 30º bajo cero, hasta lograr desplazar al déspota pro-ruso Leonid Kuchma del poder.

Que quede claro: el papel del electo será el de conducir al pueblo venezolano en la reconquista de su libertad y de su democracia. Que no le quede dudas ni al electo ni al pueblo.

Y en esto, al pueblo opositor van a corresponderle grandes responsabilidades: 1ª. Movilizarse activa y masivamente a concurrir a todo acto para el cual la jefatura opositora lo convoque, especialmente, si hay primarias, a arrastrar conocidos, vecinos, amigos , familiares, etc., a votar. Lo peor que podría pasar (y es el mayor riesgo de las primarias, es que la concurrencia a la elección sea reducida, verdaderamente escuálida: allí habrá quedado sellada nuestra suerte). Pero también a toda protesta, marcha o manifestación que convoque la jefatura de oposición (y debe hacerlo siempre con objetivos importantes y no triviales) y, por supuesto, a las elecciones nacionales si es que se pueden realizar, o a las protestas finales que dejarán en el suelo a este régimen nefario, nauseabundo y nefando.

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