Pedro G. Paúl Bello Weblog

lunes, mayo 01, 2006

LAS ELECCIONES DEL 3D

Pensaba que los franceses eran los cartesianos por excelencia, pero me estoy dando cuenta de que los venezolanos, por lo menos los de oposición, nous en avons excellé l’art.

Esa idea tan rara me ha venido en mente a propósito del proyectado proceso electoral presidencial: apenas propuesta la idea de las primarias para escoger un candidato único, se abrió el debate fundamental sobre la solución del primer dilema que se planteó sobre lo primero que habría de ser hecho: ¿luchar por cambiar las condiciones que han regido los últimos procesos electorales, incluyendo en ello al CNE, o proceder a escoger la persona que sería el candidato único para enfrentar al señor chávez?

Muchos no entendemos el por qué de este afán de dividir analíticamente lo que no tiene vinculación lógica, pues no hay oposición contradictoria entre los términos. La respuesta al supuesto dilema es muy sencilla: hacer ambas cosas. Valga decir, batirse por cambiar las condiciones electorales, comenzando por lo de la auditoría y corrección del REP, porque por allí es por donde nos vendrá ahora la trampa y, contemporáneamente, designar, por cualquier método trasparente y confiable, a quien sería el único candidato oposicionista legítimo (pues nadie puede impedir que cualquier venezolano se presente por su propia cuenta).

Resuelto ¿por la Asamblea Nacional? el problema del CNE que, si no es peor, parece al menos tan malo como el anterior, queda:

1º. Decidir si se acepta este CNE, que fue homologado por la AN, pero no designado, como lo prueba la publicación de Panorama de Maracaibo que lo anunció, integro y total, varias horas antes de que el "Parlamento" venezolano lo hiciera.

2º. Presionar, con acciones contundentes (no con artículos de prensa, ni declaraciones por TV, ni en programas como Aló Ciudadano, La Entrevista, etc., y menos con marchitas entre la estación de servicio del Parque Cristal hasta la plaza de Altamira), al CNE para que movilice, en plazo determinado, la entrega del REP a los partidos y candidatos y su inmediata auditoría y modificación.

3º. Después viene todo lo otro: el conteo manual ante el público que asista a los Centros de votación; eliminación de las Smartmatic; no retorno de caza-huellas y cuadernos electrónicos; provisión de testigos y miembros de mesa de la oposición; observación internacional; etc.

Pero sin solución de continuidad en relación a lo conducente y pertinente para realizar todas estas cosas, es menester designar al “candidato”, para llamarlo de alguna manera, pues por los vientos que soplan puede que no vaya a elecciones.

Pero eso es lo de menos. Lo que necesita el país y es indispensable para la oposición, es una jefatura. Hay tantos aspirantes que bien podrían resultar electos en unos comicios nacionales limpios y transparentes, por lo que bien puede constituirse esa jefatura unificada de cuatro, seis líderes o dirigentes, quienes con el designado como único candidato, quien encabezaría esa Junta o Comité, pueden organizar y coordinar los pasos que tiene que cumplir el pueblo opositor si es que, de verdad, queremos salir de este caos general en el que vivimos.

Todo esto define las características mínimas que, a mi juicio, debe tener ese candidato único que, repito, puede ser elegido en primarias como las que se vienen proponiendo; por consenso entre la totalidad de la oposición, como lo hizo en su momento la Concertación en Chile; o hasta por sorteo, que puede ser como lo hacían en la Serenísima República de Venecia. Eso es lo de menos.

Lo importante es que no vaya a salir electo como candidato único algún fulano “magnífico”, “inteligentísimo” y “cultísimo” pero sin guáramo. Porque como lo dijo Luis Herrera, si queremos salir de esto, “aquí lo que viene es joropo” y el candidato en cuestión, aparte de saber muchas cosas y conocer muy bien al país y tener experiencia, porque eso, ahora, va a resultar muy importante, va a tener que fajarse como lo hizo Toledo encerrado en una plaza, para luchar contra el fraude que hizo Fujimori, o como Viktor Yuschenko que se batió junto a su pueblo, soportando nieve y temperaturas de 30º bajo cero, hasta lograr desplazar al déspota pro-ruso Leonid Kuchma del poder.

Que quede claro: el papel del electo será el de conducir al pueblo venezolano en la reconquista de su libertad y de su democracia. Que no le quede dudas ni al electo ni al pueblo.

Y en esto, al pueblo opositor van a corresponderle grandes responsabilidades: 1ª. Movilizarse activa y masivamente a concurrir a todo acto para el cual la jefatura opositora lo convoque, especialmente, si hay primarias, a arrastrar conocidos, vecinos, amigos , familiares, etc., a votar. Lo peor que podría pasar (y es el mayor riesgo de las primarias, es que la concurrencia a la elección sea reducida, verdaderamente escuálida: allí habrá quedado sellada nuestra suerte). Pero también a toda protesta, marcha o manifestación que convoque la jefatura de oposición (y debe hacerlo siempre con objetivos importantes y no triviales) y, por supuesto, a las elecciones nacionales si es que se pueden realizar, o a las protestas finales que dejarán en el suelo a este régimen nefario, nauseabundo y nefando.

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