Pedro G. Paúl Bello Weblog

lunes, enero 30, 2006

Democracia

Democracia es una manera de organizar y dirigir la sociedad política nacional conforme a la naturaleza humana: si la sociedad se compone de personas y la persona es un ser racional, cada cual debe participar en el gobierno de la Sociedad, de manera directa, o indirecta en las instancias en las que eso no es posible (mediante representantes).

La crítica a la representación es simplemente demagógica, pues no es posible someter todo a consenso o votación. Hay instancias como las técnicas, por ejemplo, que requieren del conocimiento especializado que sólo tienen algunos miembros de la sociedad nacional formados en las disciplinas correspondientes ; ¿es posible someter a votación las características de un puente que se requiere construir?

Ahora bien, debe haber participación de las instancias populares en las decisiones que afectan la vida diaria de las personas, especialmente en las localidades o municipios y, por supuesto, en lo general de la vida normal de un pais. Una ley como la de educación, que va a afectar la cualidad de la relación educativa y los derechos de los educandos, educadores y familias de éstos, tiene que ser sometida a referendo, pero, por supuesto, eso requiere de un organismo electoral confiable y probo.

Democracia es un sistema político , pero más que ello significa, hoy, una actitud de vida, o como lo expresó Juan Pablo II, “una mentalidad y comportamiento”, según lo cual, cada ciudadano (miembro de la sociedad política nacional) siente que tiene el deber de participar en la Obra Común (aspecto concreto del Bien Común General) y tiene el derecho a tener su parte en los beneficios de la misma. Tal es el contenido principal y verdadero de la participación. No como lo entiende el gobierno que “participa” lo que ha hecho por su sola cuenta e intereses. Sin duda que el país (el pueblo entendido como el conjunto de todos los miembros de la sociedad política nacional y no una parte de ella) tiene que ir aprendiendo a vivir democráticamente para perfeccionar la democracia. Cuando cierro el paso de una avenida al quedar detenido el tráfico que tengo por delante, asumo una actitud no democrática, pues no pienso en el bien general, en el bien personal de quienes quedan aprisionados en el sentido transversal y ni siquiera en el bien propio, pues más adelante, otros van a cometer el mismo abuso que estoy cometiendo y eso me va a afectar retardándome en el tráfico tal como yo lo hice con los demás, y como afecté también intereses de la ciudad en general.

Democracia se ha definido como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (fórmula de Linconl). Hay que entender lo que eso significa: que deben ser establecidos canales de información del pueblo hacia el gobierno para que aquél transmita, a quienes ha designado como gobernantes, sus necesidades y aspiraciones; y del gobierno hacia el pueblo para que le informe de lo que ha hecho, cómo lo ha hecho y por qué ha hecho o dejado de hacer; eso que se hace como gobierno no es para el bien del gobernante sino para bien del pueblo, y todo el esfuerzo, los recursos económicos, sanitarios, culturales, educativos, etc., son para el pueblo, es decir, para todos los ciudadanos sin excepción ni exclusión por razones políticas, religiosas o cualquiera otra.

Pero hay que tener presente que lo esencial en la vida democrática es la solidaridad. Ésta consiste en una progresiva identificación que, a través de innumerables contactos personales (yo-tu) termina por generar un nosotros como expresión superpersonal de la más elevada relación comunitaria. En tal contexto, el verdadero político será aquél que sea capaz de existir con el pueblo. "Si realmente se tiene amor a ese algo humano y viviente que es el pueblo, se deberá existir con él, esto es, sentir con él, vivir con él, sufrir con él y estar en comunión con él" (como lo expresó Maritain). Todo lo contrario de utilizarlo para que apoye al político, de pagarle en medio de su miseria unos pocos reales en vez de darle educación verdadera y no ideologización; salud verdadera y no engaño por medicos incompetentes; vivienda digna y no tugurios inhumanos o simplemente abandono en la ruina y la miseria. “Antes de ‘hacerle el bien’ y de trabajar por su bien; antes de hacer o no hacer la política de éstos o de aquéllos que invocan su nombre y sus intereses; antes de pensar en conciencia el bien y el mal de las doctrinas y de las fuerzas históricas que lo solicitan y de elegir entre ellas, o, acaso, en ciertos casos excepcionales de rechazarlas todas ellas, habremos elegido ya el existir con él y el sufrir con él y hacer propios sus penas y destinos”. (Jacques Maritain, El Alcance de la Razón).