Pedro G. Paúl Bello Weblog

domingo, septiembre 30, 2007

INTRODUCCION AL SIGLO XXI-CSA-211

Curso “Introducción al Siglo XIX- CSA 211. USB. 2007.

NOTAS SOBRE EL TEMA 1º, “ETHOS Y VALORES EN EL PROCESO HISTÓRICO-POLÍTICO DE VENEZUELA” de MASSIMO DESIATO, MIKEL DE VIANA y LUIS DE DIEGO, En “EL HOMBRE. RETO, DIMENSIONES Y TRASCENDENCIA, UCAB, Caracas, 1993”.

Parte 1ª.

I. RELATIVIDAD HISTÓRICA.

Dos definiciones previas: 1ª Valores: “son cualidades de las acciones y de las cosas que las hacen estimables por ellas mismas y no por relaciones suyas con ningunas otras cosas o acciones”; 2ª Ethos: “son modos de actuar y de existir influenciados por los usos y costumbres”.

a) La pregunta por la relación entre valores e historia y valores y sociedad no necesariamente supone, como preguntar, relatividad alguna de las normas morales, pues el ser humano es libre con libertad interior insuprimible, por lo que, siempre, podrá decidir acogerse a una norma moral y cumplir lo que prescribe o no cumplirlo.

b) La naturaleza humana es inmutable pues es “el modo de ser humano del hombre”, que es y será siempre lo que es. El Creador impuso a lo creado una Ley Divina según la cual éste debe funcionar; destacan en particular los seres vivos. Sobre la mayor parte de la creación viviente, esa Ley Divina es la ley natural de cada género, especie e individuos que las reciben desde lo externo de ellos. En el caso del único viviente racional que es el ser humano (genéricamente “hombre”), los individuos reciben o conocen su ley natural internamente, por la razón que poseen naturalmente con su existencia. La ley natural es, para ellos, una participación de la criatura humana en la Ley Divina (que es más general) que le da al hombre una inclinación natural a los actos y a los fines debidos, según su modo de ser humano o naturaleza humana, que es inmutable. El derrumbe del orden normativo no se va a producir porque la naturaleza humana sea mutable, sino porque el ser humano haya dejado, en uso de su libertad interior, de querer seguir las inclinaciones naturales que le señala su razón. Lo que es mutable es el acto humano, producto de una voluntad libre. El hombre, por su libertad, es responsable de sus actos.

c) Las formas concretas de vida son condicionadas, no determinadas, por diversos factores económicos, sociales y políticos, pero no así lo son las ideas, valores y normas morales. Las estructuras de convivencia resultan de las libres conductas humanas. Las ideas, valores y normas morales configuran un “horizonte ético” de la Sociedad que se presenta como un “proyecto humano o antropológico”.

d) El ethos de una Sociedad, en tanto modo de actuar y de ser influenciado por las costumbres y sus valores, derivados o no, es ciertamente, como una “ecografía” de un modelo realizado de hombre de esa Sociedad y, no necesariamente, tal modelo resulta éticamente deseable.


II EL PROYECTO HISTÓRICO-ANTROPOLÓGICO.

a) El ethos tradicional corresponde a la sociedad medieval teocéntrica. Es característico de este ethos:
· La sujección de lo económico a las necesidades humanas.
· La agrupación de los miembros de la sociedad en estamentos.
· La determinación del consumo por la producción social.
· La riqueza, estática y recibida en posesión, no se acumula ni produce.
· El sustento corresponde a la posición social de las personas.
· Aceptación de desigualdades sociales hasta el “más allá”.
· La centración de todas las actividades hacia el Creador.

b) Ethos del Mercantilismo. Cuando la sociedad medieval teocéntrica fue mutando, se fue abriendo el paso (en Occidente) hacia la sociedad capitalista (Mercantilismo). Estaba surgiendo un nuevo ethos. La sociedad fue dejando de ser teocéntrica para irse convirtiendo en una sociedad antropocéntrica. Tal mutación ocurrió en contextos históricos caracterizados por severas crisis en las ideas, relaciones y organizaciones religiosas existentes y por profundas transformaciones en las estructuras y funcionalidad de la sociedad y en el conocimiento, especialmente el científico que produjo importantes aplicaciones tecnológicas. De tales cambios emergieron, como principales, los valores económicos. Fueron características del ethos de la primera fase de la transición:
Actitudes:
· Aparición de nuevos modos de enriquecimiento: emprendimiento por iniciativas de los hombres.
· Usura, piratería, conquista de tierras.
Valores:
· Trabajo productivo que genera riqueza, señal de predilección divina.
· Ahorro productivo.
· Austeridad y frugalidad.
· Secularización de la Providencia.
· Orden, puntualidad, cuidado y pulcritud.

c) El ethos capitalista ya evolucionado (Comercial) creó una ética de la felicidad que resumía, al mismo tiempo, la creciente creencia en la capacidad infinita del hombre para progresar (Condorcet) y la idea religiosa según la cual la prosperidad en la tierra era muestra de la benevolencia y predilección divina sobre la persona que la disfrutaba (Calvino, principalmente). Se trataba de una felicidad individual que se alacanzaba mediante la riqueza y que, como único bien, significaba bienestar en el mundo. Era el inicio del reino del individuo. La nuevas ideas eran:
· Sometimiento de la naturaleza a la razón humana cuasi infinita en posibilidades.
· Simplificación a lo económico de la libertad humana.
· Identificación de virtud con riqueza adquirida con el propio esfuerzo.
· La ciudadania es sólo para los propietarios.
· Decadencia de la religiosidad y gradual descentración del Creador.

d) El ethos del capitalismo industrial, caracterizado por la expansión de las fuerzas productivas, producto de la creciente automatización, modificó el anterior ethos. La producción se independizó de las necesidades y se generó el consumismo inducido, en desmedro de las posibilidades de progreso del “burgués virtuoso”. Características:
· Separación entre moral individual y moral social.
· Sustitución de criterios y valores morales por los de eficiencia y rendimiento.
· Irrelevancia de virtudes y valores del sujeto personal.
· Irrelevancia moral de los medios respecto a los fines de los actos humanos.

IV. LA NUEVA ESPAÑA (Y PORTUGAL) DE INDIAS.

a) Ethos de la subjetividad. En América Ibera vino la España de inicios de la Reconquista (culmina en 1491 con la toma de Granada). Trasladó a América elementos del breve feudalismo vivido en la Península (menos de tres siglos entre la ocupación visigoda y el inicio de la conquista musulmana, siglos VI a IX). Los conquistadores y primeros colonizadores no son típicos del feudalismo y menos del capitalismo. Son desarraigados de su propio mundo que llegan a otro mundo totalmente extraño para ellos: desarraigados en su desarraigo. Igual desarraigo sufrió el esclavo africano, que llegó luego y el aborigen despojado, en su mundo, de lo que era su propio mundo. Por eso en América hispana, durante la Colonia y mucho después, no se desarrolló el capitalismo. La mentalidad del conquistador y del colonizador fue hidalga en parte y, en mucho, guerrera y conquistadora. Más aventurera que forjadora de pueblos y naciones. No eran industriosos ni dados al trabajo productivo (releer Rufino Blanco Fombona, “El Conquistador Español”).
Su ethos era el del propio descubrimiento como individuo existente, lo que lo impulsaba mucho más a hazañas y heroicidades que a industrias. El caso del misionero fue distinto por su seguimiento a una fe que lo impulsaba naturalmente a ocuparse del Otro. El plan general era hacer fortuna: de allí la incesante búsqueda de “El Dorado”.
La estructura legal de la Venezuela colonial se basó en dos instituciones que instalaron acá el modo feudal: el Repartimiento y la Encomienda, ambas concedidas personalmente por el Rey. Ellas definieron las relaciones de dominación. Posteriormente, con la Compañía Guipuzcoana, se inició una actividad, la producción de cacao, que generaba riqueza y de la cual derivó una sociedad estamentaria al modo propiamente feudal. Duró, no solamente hasta la guerra de Independencia de Venezuela, sino hasta un siglo después, cuando un gobernante, como desde el comienzo y hasta entonces “primo inter pares”, fundó el Estado Moderno venezolano: Juan Vicente Gómez.